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De nuestras Jornadas

Corrupción percibida y real

E

n política la percepción lo es todo. No es lo mismo que realidad, pero caminan juntas, nos guste o no. En la semana que concluyó el alcalde de Imperial Beach, Serge Dedina, acusó al gobernador de Baja California, Francisco Vega de Lamadrid, de que la corrupción de su administración contamina el mar.

Las acusaciones contra el mandatario no provocaron indignación ni sorpresa entre los ciudadanos. Se suman a las de otros sectores. Al inicio de su gobierno, cuando las quejas eran porque el mandatario seguía haciendo negocios (inversiones en Baja California Sur y en el sector inmobiliario de su estado), respondió que cuando lo eligieron todos sabían que era empresario, así que alternaría ambas actividades.

En otro momento adujo que tenía muchas viviendas porque estaba en el sector inmobiliario; de hecho, mandó construir una mansión en Cumbres de Juárez, y la percepción social de que estaba aprovechando el cargo para hacer crecer su patrimonio también aumentó.

A ello se agregó la opacidad al asignar contratos de asociaciones públicas-privadas, que comprometieron pagos por 82 mil millones de pesos en 37 años para una planta desaladora; reparaciones de vías para que una concesionaria de transporte de carga pueda hacer negocios, la asignación del C-5 a espaldas de todos y las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación por más de mil millones de pesos a su más reciente cuenta pública.

En la entidad no hay transparencia. Diputados de oposición exigen presentar los contratos del C-5, que suman 800 millones de pesos, pero cada hoja de cualquier documento que se solicita vía transparencia cuesta 126 pesos, y a quienes solicitaron información del contrato de asociación pública-privada para la desaladora de Rosarito les piden más de un millón de pesos por una copia.

Morena arrasó en Baja California. Kiko Vega tuvo la suerte de que el Congreso local y las alcaldías no estuvieron en disputa, sólo las senadurías y las ocho diputaciones federales de mayoría. El mandatario no puede sacudirse la percepción social de que las corruptelas abundan en su administración, así que cuando el alcalde vecino lo expresó, no hizo más que reforzar lo que gran parte de los bajacalifornianos dan por hecho.