Me gusta trabajar en la cocina, mientras tomo un café o un dulce, relata el pintor en entrevista con La Jornada
Miércoles 1º de agosto de 2018, p. 3
El ‘‘juego de las hamacas” fue lo que padeció Juchitán, pues los temblores del año pasado tiraron las casas de su pueblo natal, sostiene el artista, promotor cultural y activista Francisco Toledo (1940), quien muestra en la Galería Juan Martín una serie de grabados creada de 2016 a 2018, algunos de los cuales abordan el tema de los sismos.
Figuran los aguafuertes y puntas secas Si el foco se mueve, corre y La hamaca tiembla y tú también.
En entrevista con La Jornada, Toledo explica que en Juchitán se practica un juego en el que un niño se envuelve en una hamaca, mientras otros dos, mayores, la mueven hacia arriba y abajo hasta que lo tiran. ‘‘Lo jugué de niño; por desgracia, me tiraron mis hermanos y me rompí la barbilla. Un poco recordando eso aparece la hamaca con casas. Sin embargo, la parte erótica no la recuerdo. También se dice que las mujeres de cierta edad pueden tirarse a la tierra cuando tiembla y sus movimientos se llevan un poco sus dolores y padecimientos”, detalla.
Son grabados juguetones y provocativos, no obstante lo doloroso del tema. ‘‘Las personas que han padecido temblores, claro, si no ha llegado el gran drama de la muerte, siempre se ríen de haberla librado. En el Istmo sigue temblando y habiendo casas destruidas. Se reconstruye lentamente, no hay materiales suficientes’’.
Apoyo de este diario para reunir fondos
‘‘La Jornada –prosigue Toledo– nos ayudó a reunir fondos para reconstruir; sin embargo, los pudimos usar 10 meses después. El gran descubrimiento fue que ya no hay madera suficiente para reconstruir todo el pueblo ni suficientes tejas, porque para hacerlas se necesita cortar árboles para encender los hornos y cocer ladrillos y tejas. Es un drama igual para los huaves que construían con palma; no obstante, no hay suficiente palma para reconstruir. Hemos acabado con todo.”
A juzgar por las 21 obras que se muestran en la Galería Juan Martín en forma de presentación, más que de exposición, grabar es una actividad prioritaria para Toledo. ‘‘Uno trabaja un grabado en la cocina mientras toma café o un dulce. Después de desocupar la mesa del comedor o la cocina, y estar platicando con la cocinera. No se necesita el taller y el desorden que se hace no es tan grande. Las placas son pequeñas y sólo se trata de rayarlas. Siempre me gusta estar cerca de la cocina, del fuego, de qué comida se prepara”, comparte.
Cada obra encierra una historia. ‘‘A veces son cosas que vivimos, otras que inventamos o nos han contado”, apunta Toledo.
En los próximos meses, se espera que una versión de la muestra de autorretratos de Toledo, montada hace unos años en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, se exhiba en la Juan Martín. ¿Estará cambiada, renovada? ‘‘Tanto como renovada, ya no sé si uno pueda renovarse a esta edad; me faltan dos años para cumplir 80. Ya no me renuevo ni con un tambor del Emulsión de Scott y todas esas vitaminas. Trato, pues, de hacer cosas para agregarle o quitar algunas y poner otras”.
Los 21 grabados de Francisco Toledo se pueden ver todo agosto en la galería ubicada en Dickens 33-B, Polanco.