Lunes 20 de agosto de 2018, p. 11
Los hermanos Guichard Gutiérrez, activos integrantes de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) (organización guerrillera y clandestina) que operaba en Tabasco, Chiapas y Guerrero, fueron ejecutados y desaparecidos durante la llamada guerra sucia por el Ejército. Sus cuerpos nunca fueron hallados mientras los reclamos de sus pocos familiares vivos no se escucharon.
En 2001, en el informe general sobre desapariciones forzadas en los años de la guerra sucia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, se reconoce a uno de estos cinco hermanos, Juan Amado –uno de los altos dirigentes de las FLN– como víctima de violaciones a sus garantías fundamentales.
En 1974, militares emboscaron, asesinaron y desaparecieron a cuatro de los cinco hermanos Guichard Gutiérrez (Juan, Geno Delín, Clemente y Nau) y sólo regresó Aldo, a quien en la década de los 80 se le dio una amnistía.
Desde 2007, Éric –hijo de Geno Delín– inició trámites ante la Procuraduría General de la República (PGR) para que se le reconociera como víctima por la ejecución de su padre y tíos. Una vez que le dieron las actas de defunción –tras una investigación que incluyó documentos de la década de los 70 de la extinta Dirección Federal de Seguridad–, fue a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).
Tras un largo peregrinar, hace unos meses en la CEAV se le dio la condición de víctima, y le dijeron que en 90 días se resolvería su situación para que pudiera acceder a los apoyos y reparación integral del daño. Sin embargo, el 8 de agosto pasado se cumplió ese límite y no se le ha resuelto nada. Por eso, Éric decidió plantarse desde ese día afuera de la comisión de donde, aseguró, no se levantará hasta que nos cumplan y nos respeten como víctimas
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En entrevista, detalló que por cinco años cumplió con todos los requerimientos que la CEAV le pidió: primero el reconocimiento de la CNDH a su tío como afectado en sus derechos humanos, luego las actas de defunción que le dio la PGR, trámites e ir de un lado a otro y nada. Ahora quieren las cartas de ausencia, no consideran las actas de defunción. Y me temo que eso lo hacen para no reconocer que están muertos. Además, quieren que la CNDH reconozca como víctimas de violaciones a sus garantías a mi padre y a mis otros dos tíos. Sólo se dedican a dar largas y no resuelven.
Éric señaló que han sido años de dolor para su familia y más de dos lustros de trámites.