Sábado 25 de agosto de 2018, p. 3
Ayer comenzó nueva era en la Filarmónica de Berlín.
El ruso Kirill Petrenko asumió la titularidad que declinó sir Simon Rattle.
El programa inaugural fue transmitido en vivo y consistió, más que simbólicamente, en Muerte y transfiguración, del alemán Richard Strauss y la hermosa Sinfonía Siete de Beethoven.
Tal programa alemán alegró a la audiencia, que abarrotó la sala y envolvió en vítores a Kirill.
Entre los conocedores cundió evidencia: el alto contraste entre el carisma, maestría y elegancia de Simon Rattle y el nerviosismo lógico del debutante, evidente por algunas pifias, pecata minuta en un director fuera de serie. Además, la fina manera de bailar de ‘‘Saimon”, similar a la de Leonard Bernstein y Eduardo Mata, contrasta con el axioma de Norman Mailer que cumple el ruso: los hombres duros no bailan.
Fue una sesión de muy elevada calidad, par de obras maestras de interpretación musical. Pero en el ambiente flotaba un saldo: se extraña mucho al ‘‘saimon”.