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Murió la poeta Carilda Oliver; transgredió los cánones en Cuba

Sus versos eróticos le crearon fama de devorahombres; ella sólo cantaba al amor espiritual y carnal, aclaró

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▲ Carilda Oliver, la escritora con Fidel CastroFoto Granma y Afp
 
Periódico La Jornada
Jueves 30 de agosto de 2018, p. 5

La Habana. La poeta cubana Carilda Oliver escandalizó y enamoró a los cubanos con sus poemas y por una vida transgresora que siempre rompió con los cánones sociales del momento. Oliver, quien falleció ayer a los 96 años, tuvo una vida en la que primero transgredió la moral católica de la Cuba republicana y después del triunfo revolucionario de 1959 no quiso adaptarse a los cánones literarios del realismo socialista.

Carilda Oliver nació en Matanzas el 6 de julio de 1922 y a lo largo de su carrera publicó 40 libros, muchos de ellos traducidos al inglés, el francés y el alemán. Dentro de la poesía experimentó de los sonetos a las redondillas, cuartetas, décimas o silvas, con un verso libre que la hizo característica. Pero sobre todo rompió con los prejuicios sociales y los cánones morales.

Casi todos los cubanos en algún momento de su vida han recitado en alto sus versos más famosos: ‘‘Me desordeno, amor, me desordeno / cuando voy en tu boca, demorada, / y casi sin por qué, casi por nada, / te toco con la punta de mi seno’’.

‘‘Muy jovencita escribí el tal ‘Me desordeno’ y la gente siguió desordenándose por su cuenta, pero me han echado la culpa a mí de todo’’, recordaba riéndose cuando le preguntaban sobre su famoso poema. Su actitud ante la vida le cerró puertas institucionales y durante años se aisló en su casa, donde tenía un salón literario abierto a sus vecinos, en los que declamaban versos y escuchaban poemas musicalizados en directo.

Recibió el Premio Nacional de Poesía por su libro Al sur de mi garganta en 1950, pero no sería reconocida de nuevo hasta 1987, cuando le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional y de nuevo el vacío hasta que recibió su segundo Premio Nacional de Literatura en 1997.

‘‘A mí, casi siempre, los sonetos me suceden en los momentos menos oportunos. Estoy sentada en el cine viendo una película, y me viene un solo verso y me levanto y voy para mi casa a escribir, porque después se me olvida’’, dijo Oliver sobre cómo era su técnica para escribir.

Sus poemas destacan por cierres que dejan al lector en un nivel alto de emoción. Para ello, Carilda Oliver comenzaba a escribir los sonetos por el último cuarteto y empezaba la rima de abajo hacia arriba.

‘‘Aunque quiero besarte arrodillada, / cuando voy en tu boca, demorada, / me desordeno, amor, me desordeno’’, es uno de sus cierres más conocidos y que genera siempre la picardía de los comentarios.

En los años 40 del siglo pasado coincidió con Fidel Castro en la Universidad de La Habana, cuando ambos eran unos jóvenes estudiantes de la carrera de derecho. Años después, Oliver le escribió Canto a Fidel, cuando él ya era un guerrillero en la Sierra Maestra que luchaba contra la dictadura de Fulgencio Batista.

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▲ La poeta Carilda Oliver captada el pasado 5 de mayo en su natal Matanzas.Foto Afp

Pero el triunfo revolucionario de 1959 le significó a Oliver perder su empleo de abogada del ayuntamiento de Matanzas y para seguir trabajando tuvo que incorporarse a un despacho jurídico, mientras continuaba escribiendo versos que no se publicaban.

El triunfo de la revolución cubana implicó también un desgarro familiar cuando sus padres se marcharon del país. Carilda los acompañó al aeropuerto a despedirlos y fue tanta la emoción que sintió en aquel momento que años después reconocería que se quedó ‘‘sin hablar y sin oír’’ durante varias horas. ‘‘Ninguno de los dos era desafecto a la revolución, pero se iban en pos de hijos y en pos de nietos’’, dijo al recordar aquellos días.

Ella prefirió quedarse sola a vivir en Cuba, siempre en su casa matancera de la calle Tirry 81, que daría incluso nombre a uno de sus poemas. ‘‘Yo soy una palma que nací aquí y aquí tengo la raíz y no me podía, de ningún modo, cortar las raíces, me quedé, eso fue todo’’, explicó Oliver años después.

Sus versos de alta tensión erótica le crearon en la sociedad cubana de provincias una fama de mujer ‘‘devorahombres’’, algo que ella siempre desmitificó aclarando que sus versos son un canto al amor, tanto espiritual como carnal.

‘‘La gente quiere que yo sea como me han inventado’’, señalaba Oliver sobre la imagen sexualizada que los lectores tenían de ella por sus poemas.

‘‘A la gente le ha parecido muy natural que yo tenga romances de acuerdo con los versos que he escrito y esos versos están escritos para mis esposos, para las personas que yo he amado y que me han amado’’, dijo Oliver en una entrevista con la televisión cubana.

Su vida privada fue motivo de comentarios. Estuvo casada varias veces y viuda durante años hasta que conoció a un joven admirador de poco más de 20 años. La diferencia entre ellos, de más de 50 años, provocó comentarios malintencionados sobre la pareja. Pero el amor se mantuvo más de dos décadas, hasta su fallecimiento este miércoles.

‘‘Me he casado tres veces. Estuve muchos años sin compañía. Luego llegó un muchacho joven a mi vida, demasiado joven. Toda la ciudad se escandalizó y yo diría que toda Cuba, cuando él empezó a visitarme’’, recordaba Oliver sobre el inicio del romance entre ellos, que venció los prejuicios sociales.