Martes 4 de septiembre de 2018, p. 24
Huamanga. Máximo Cueto y Gregoria Gastelú por fin dejarán de buscar. La pareja peruana recibió a finales de agosto los huesos de su hijo, luego de 34 años de búsqueda. En 1984 el joven fue sacado a la fuerza de su dormitorio por un grupo de militares en una región del sur de los Andes, que era entonces la más violenta de Perú. La desaparición ocurrió durante el conflicto armado con Sendero Luminoso.
Los ancianos, de 86 y 88 años, vendedores de ganado en la región de Ayacucho, gastaron casi todo su patrimonio en rastrear el paradero de Cesáreo, universitario de 33 años, pero fue imposible hallarlo.
Fue como una obsesión
, dijo por teléfono su nieto Elder Chipana, sobrino del desaparecido.
Como esta pareja, muchas personas buscan a más de 20 mil 300 peruanos desaparecidos en dos décadas de violencia entre las fuerzas de seguridad de Perú y Sendero Luminoso. En agosto, por primera vez, los restos de 14 personas fueron entregados a sus familias, en virtud de una nueva ley que busca agilizar el proceso para identificar a los muertos en el conflicto.
La semana pasada, el gobierno del presidente Martín Vizcarra envió al Parlamento un proyecto para crear un banco de datos genéticos que, de aprobarse en el Congreso, permitirá almacenar información de padres que buscan a sus hijos.
Entre 2005 y 2009 el Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal realizó 3 mil 31 excavaciones en un terreno de siete hectáreas. Se extrajeron 109 osamentas, muchas quemadas en un horno adyacente que los militares usaron para incinerar gran parte de los cadáveres de los asesinados luego de haber sido torturados.
En julio, tras un tercer examen genético de una osamenta que tenía fisuras en la rodilla derecha y curaciones de resina en la dentadura, se halló a Cesáreo, dijo el arqueólogo Luis Rueda, jefe del equipo forense.
El joven fue enterrado el sábado en el mausoleo familiar del cementerio de Huamanga.