Luego de alrededor de cuatro horas de negociación entre representes del Gobierno de Ciudad de México, el Estado Mayor Presidencial y el comité organizador de la marcha del silencio, las autoridades federales accedieron a retirar las vallas que habían colocado durante la madrugada sobre la explanada de la Plaza de la Constitución, con la finalidad de que los estudiantes pudieran llevar a cabo su mitin en este lugar.

Ante el temor de los elementos del Estado Mayor Presidencial de que los jóvenes al término de la marcha instalaran algún plantón en el Zócalo o realizaran pintas, la administración capitalina se comprometió a no permitir esto.

Al comité organizador de la marcha se pidió no permitir que hubiera personas encapuchadas o la participación de los llamados anarquistas. Incluso, el gobierno capitalino propuso que de no llegar a un acuerdo con el Estado Mayor Presidencial, el mitin se realizara en el Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución o en el Hemiciclo a Juárez.

Minutos antes del mediodía, elementos del Estado Mayor Presidencial comenzaron a retirar las vallas de la explanada de la plaza, y se dejó la seguridad a cargo del gobierno capitalino.

Entre 8 y 10 de la mañana los organizadores de la conmemoración del 208 aniversario del Grito de Independencia llevaron a cabo pruebas de audio y resistencia de las gradas instaladas en los alrededor de la plancha.

Antes de las 15 horas, gran número de jóvenes comenzaron a ingresar a alguna de las líneas del Sistema de Transporte Colectivo Metro o a utilizar unidades del transporte público concesionado para concentrarse en el Museo Nacional de Antropología e Historia, ubicado sobre la avenida Paseo de la Reforma.

Una vez más, decenas, cientos, miles de universitarios saturaron el transporte público para trasladarse, desde recónditos puntos de esta ciudad y su zona metropolitana, hasta el museo, para participar en la marcha que tuvo como destino el Zócalo capitalino y en la cual –según estimaciones de la Secretaría de Seguridad Pública local– participaron 23 mil jóvenes.

Los pasillos del Metro retumbaron con el grito de cientos de jóvenes: “¡Fuera porros de la UNAM!”