Chalecos amarillos: convergen izquierda, derecha, generales y rurales
stalló en Francia la nueva revolución
de los chalecos amarillos
: 50 años después del movimiento de 1968.
Thierry Meyssan, de Réseau Voltaire, juzga que el Rothschild boy Macron le debe su campaña a Henry Kravis, jefe de uno de los mayores emporios financieros de la globalización, la KKR y a la OTAN
(https://bit.ly/2EndWzY ): esa onerosa deuda hace hoy aún más difícil la solución de la crisis de los chalecos amarillos
.
KKR es uno de los principales fondos de inversiones
donde opera el ex director de la CIA, general David H. Petraeus: uno de los principales proveedores de armas de los yihadistas.
Para Thierry Meyssan, el problema de los chalecos amarillos es profundo y no podrá resolverse sin cuestionar la globalización financiera, cosa que Macron no puede hacer
.
Según Meyssan, Occidente devora a sus hijos, al atravesar una crisis existencial y de oposición a la globalización financiera
(https://bit.ly/2QDixEw ).
Macron ha tenido la gracia de catalizar en su contra a la extrema izquierda de Jean-LucMélenchon y a la extrema derecha de Marine Le Pen, sumados de generales y de las clases rurales y medias suburbanas que han detonado el movimiento acéfalo de los chalecos amarillos que llegó a su quinta semana de insurrección.
Preocupa la confrontación de Macron con los generales cuando al inicio de su mandato hace 19 meses despidió al jefe de Estado Mayor, Philippe DeVilliers (https://lemde.fr/2PFxK3w ), quien se opuso a sus medidas neoliberales que favorecen a la parasitaria banca globalista y desmantelan al ejército nuclear francés.
Ahora un grupo de generales franceses redactaron una carta abierta a Macron a quien acusan de cometer traición (sic) por firmar el Pacto de Migración de la ONU
(https://bit.ly/2CgTXS3 ) contra la soberanía de Francia. La carta fue redactada por el general Antonie Martinez, firmada por otros 10 generales, un almirante y un coronel, así como el ex ministro de Defensa, Charles Millon.
Puede uno estar en favor o en contra de las tesis de Alexander Dugin –ideólogo del zar Vlady Putin con su libro seminal La cuarta teoría política (https://amzn.to/2EkGrym )–, pero no se puede soslayar que Rusia ha sido acusada en forma antihigiénica por el gobierno de Macron de incitar a la revuelta de los chalecos amarillos mediante las redes sociales –como si estas fueran manipulación exclusiva de Moscú.
Una cosa es que el gobierno francés tenga razón de exhortar a Trump (que alienta a los chalecos amarillos) de no inmiscuirse en sus asuntos internos y otra cosa es golpear con palos de ciego a los dos máximos dirigentes nucleares del planeta (Trump y Putin), lo cual expone la búsqueda de un chivo expiatorio externo para ocultar las medidas antipopulares domésticas del atribulado Macrón.
A mi juicio, si Macron busca confrontarse a Trump y a Putin simultáneamente, más vale que empiece a contar sus días en su poder horadado.
Dugin interpreta la insurrección en Francia por los chalecos amarillos y la anatomía del populismo y el desafío lanzado a las élites globales
(https://bit.ly/2UNguNF ).
El término populismo
en Rusia no tiene la misma acepción peyorativa que en México (deformado por los medievales itamitas/neoliberales derrotados). Al contrario, en Rusia goza de prestigio por ser un movimiento que emana del pueblo
.
A juicio de Alexander Dugin, la marca principal del populismo europeo moderno
es que modifica radicalmente el antagonismo entre izquierda y derecha surgido de la gran revolución francesa
cuando “rechaza el esquema clásico de izquierda/derecha
y no sigue ninguna actitud ideológica estricta”. Esa es precisamente su fuerza y éxito
al no jugar según las reglas prestablecidas
.
Considera que es asombroso que tales movimientos populistas sean dirigidos contra el conjunto de la élite política, sin distinción, sean de derecha o de izquierda
cuando la periferia de la sociedad se rebela contra su centro
.
Concluye que hoy no hay más derecha ni izquierda: sólo el pueblo contra la élite
. Sólo globalistas en decadencia contra nacionalistas en ascenso.