Sábado 20 de abril de 2019, p. 5
A 500 años de que en territorio nacional se conmemorara por primera vez la Semana Santa, luego de la llegada de Hernán Cortés, un Jueves Santo de 1519, la mañana de ayer, la Compañía de Teatro Fénix Novo Hispano realizó la representación de La Pasión de Cristo, en el Zócalo capitalino.
La procesión arrancó a las 10 de la mañana en el templo barroco de La Santísima Trinidad, y de allí se trasladó hacia las afueras de la Catedral Metropolitana, donde se montó el escenario en el que 40 actores, encabezados por Francisco Arroyo (Jesús), e igual número de músicos (20 de ellos, niños y adolescentes) dieron vida al Viacrucis del nazareno.
En medio de curiosos, turistas nacionales y extranjeros, así como feligreses, Jesús fue crucificado, una vez más, ante cientos de personas que se arremolinaban para no perder detalle del ajusticiamiento ni desperdiciar la oportunidad de captar una foto con sus celulares.
Francisco Hernández, director de la compañía, dijo en entrevista que realizan la representación histórica cultural
en el Zócalo desde hace 18 años.
Siempre ha sido frente a la Catedral, y las caídas de Jesús alrededor de la plancha del Zócalo; sólo en 2016 la escenificación se trasladó a Regina, pues ese año la explanada estaba ocupada por el montaje de la película Spectre de James Bond.
Injusticias en México
El guion de la puesta en escena fue un compendio de tres libretos. Se incluyeron unos diálogos de 1533 en Cuernavaca, otro del siglo XVIII y otros con textos del libro del sacerdote José de Jesús Aguilar Valdés.
El director teatral precisó que por la violencia y la corrupción, todo México vive a diario una Pasión terrible, una tragedia enorme
, que se traduce en miles de desaparecidos y asesinados. Los mexicanos, como Jesús, dijo, no han recibido justicia, y sin ella no hay reconciliación
.
La avaricia y la corrupción
, agregó, ha generado millones de pobres y para algunos no queda otra opción que dedicarse a cosas no legales
.
Jesús expiró cerca de las 11:30 de la mañana, y mientras era ajusticiado, una feligresa desde atrás de la cuerda que separaba al público de los actores se colaba a la representación. Afligida, exclamaba: ¡Malvados!, ¡qué dolor! ¡estamos contigo María, te amamos. Gracias, madre
.