Domingo 12 de mayo de 2019, p. 29
En los pasados cuatro años, una demanda constante de alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha sido la seguridad.
Las autoridades indican que la casa de estudios, donde cada día realizan actividades más de medio millón de personas, no es ajena a la inseguridad que hay en el país. Ciudad Universitaria (CU), 13 de 14 planteles de bachillerato y una Facultad de Estudios Superiores (FES) se ubican en la Ciudad de México, mientras una escuela de nivel medio superior y cuatro FES más están en el estado de México. Estas entidades ocupan el tercer y primer lugares, respectivamente, en incidencia de delitos a escala nacional, de acuerdo con informes para 2018 de la Comisión Especial de Seguridad del Consejo Universitario.
De 2015 a la fecha se han dado diversos casos de inseguridad y violencia en varios campus de la institución. Entre ellos están el del estudiante Javier Pérez Anguiano, cuyo cuerpo fue encontrado en marzo de aquel año en la Facultad de Ciencias; el homicidio en CU de José Jaime Barrera Moreno, trabajador universitario, y el feminicidio de Lesvy Berlín Rivera Osorio, en mayo de 2017.
El cuerpo de Víctor Orihuela Rojas, estudiante de odontología, fue hallado en junio de ese mismo año en la Facultad de Filosofía y Letras, y el de Luis Alberto Malagón de Gaona, alumno de la Facultad de Derecho, fue localizado en agosto en CU.
En febrero del año pasado una funcionaria de la FES Acatlán fue baleada en una entrada del plantel.
A esto se suman la balacera entre presuntos narcomenudistas que dejó dos muertos en febrero en CU y el ataque de porros a alumnos frente a la Rectoría en septiembre de 2018. Y este año, el deceso de Aideé Mendoza Jerónimo, quien recibió un balazo en su salón de clases en el CCH Oriente el 29 de abril, y el enfrentamiento del jueves entre vendedores ambulantes cerca de la Facultad de Filosofía y Letras, que dejó a uno de ellos herido de bala.
Otros crímenes que han afectado a la comunidad, aunque no fueron cometidos en instalaciones de la UNAM, son los de Jennifer Sánchez Rodríguez, alumna del CCH Oriente, cuyo cuerpo fue encontrado en marzo en Iztapalapa; el de Miranda Mendoza Flores, secuestrada y asesinada en agosto de 2018, así como los feminicidios de Gabriela y Sol Cifuentes, académica y alumna de la Facultad de Arquitectura (cometidos en casa de las víctimas en la Ciudad de México) en septiembre de este año, y de Verónica Guadalupe Benítez Vega, ultimada por su pareja en julio de 2017. También, Rosa Analí Aparicio Vega, alumna de la FES Iztacala asesinada ese mismo mes.
La violencia de género también se vive en la institución y de ello dan cuenta 524 denuncias recibidas por las autoridades desde 2016, según informes oficiales.
Los asaltos en las inmediaciones de las unidades académicas y en el transporte público son frecuentes y este mismo año fueron robadas por hombres armados las instalaciones que la UNAM tiene en Hutzilac, Morelos, y en León, Guanajuato.
Según información de la Comisión de Seguridad, entre otras medidas para garantizar las condiciones mínimas de seguridad
se han aplicado senderos seguros, se ha mejorado la movilidad de la comunidad, se han aumentado las luminarias y las cámaras para incrementar la vigilancia.
También se ha creado la Secretaría de Prevención, Atención y Seguridad Universitaria y el rector Enrique Graue demandó a las autoridades competentes mayor seguridad en los entornos de las escuelas.
Aun así, la exigencia sigue siendo la seguridad. En pliegos petitorios presentados por colectivos, grupos y movimientos estudiantiles se ha planteado que una vía para solucionar el problema es que se abra más la toma de decisiones en esta materia a la comunidad universitaria.