Liverpool gana su sexta liga de campeones
Goles del egipcio Mohamed Salah y Divock Origi, de ascendencia keniana, sellaron el cetro europeo
Domingo 2 de junio de 2019, p. a13
Madrid. En el duelo de la solidaridad, nadie supera al Liverpool. Su himno entonado por los aficionados eriza la piel cuando corean con sentimiento nunca caminarás solo
. En ese espíritu, el trabajo colectivo de los Reds fue tan firme, como efectivo, y sí, poco funcional para el espectáculo. La praxis del campeón con el que consiguió su bien merecida sexta Liga de Campeones al vencer, o anular, por 2-0 a la Cenicienta del torneo, el Tottenham, que al menos vivió su primera final europea.
Un gol repentino y tempranero arruinó la fiesta del Tottenham y de paso el hambre de futbol de los aficionados. Porque tras la anotación de Mohamed Salah, a sólo 108 segundos de iniciado el partido, lo demás fue administración y cálculo del Liverpool. Lo necesario para volver a conquistar una Champions y para que el técnico Jürgen Klopp conjurara su demonios tras siete finales perdidas.
Un gol tempranero y por penal que conviritió Salah y otro de Divock Origi en la agonía del duelo, le valieron su sexta corona continental en Madrid.
En el primer ataque del encuentro, que salió de las botas de los Reds, el balón impactó en el brazo del mediocentro de los Spurs Moussa Sissoko en su área y el árbitro Damir Skomina decretó la pena máxima. El delantero egipcio batió al arquero francés Hugo Lloris con un zurdazo impecable.
Ahí mismo empezó a encarrilarse el triunfo de Liverpool y borrar el mal recuerdo de la final del año pasado en Kiev, donde cayeron 3-1 ante el Real Madrid y Salah tuvo que ausentarse en la primera mitad por una lesión.
Liverpool confirmó el triunfo a los 87 minutos por mediación de Origi, quien recibió un rechace en el área y lo coló por el palo largo de Lloris. Origi ingresó en la segunda parte en sustitución del atacante brasileño Roberto Firmino.
Tras adelantarse en el marcador, los Reds se relajaron y los Spurs del técnico argentino Mauricio Pochettino tomaron el control del juego. Pero el portero rival Alisson Becker y los errores propios en la definición frustraron la igualada.
Aunque sobre los papeles la segunda final inglesa en la histo-ria de la Liga de Campeones parecía decantada del lado del Liverpool, uno de los veteranos del torneo, los Spurs, que no aparecían en ninguna de las quinielas, mostraron carác-ter en una calurosa noche primaveral en la capital española.
La victoria en el estadio Wanda Metropolitano le dio al técnico de Liverpool, Jürgen Klopp, su primer título en una Champions, luego de perder en las dos previas–con Liverpool el año pasado y con Borussia Dortmund en 2013.
Pochettino, quien ganó títulos como jugador en Argentina y España, sigue sin atesorar ninguno en su carrera como entrenador.
Liverpool intentó irse al descanso con la victoria asegurada. Trent Alexander-Arnold estuvo cerca de lograrlo con un disparo lejano que salió por la izquierda de la puerta de Lloris, que tuvo que emplearse a fondo para mantener la ventaja de su rival bajo mínimos.
El juego quedó interrumpido unos minutos después por la irrupción en el campo de una espontánea, vestida con un traje de baño negro, que fue interceptada por el personal de seguridad casi en el centro del campo. Una invasión que de inmediato acaparó la atención y alimentó la malicia en las redes sociales.
Pasados los cinco minutos añadidos por el árbitro, la euforia se desató del lado de los Reds, que corrieron a festejar con sus seguidores en las tribunas. Mientras, en el otro lado de la cancha, unos derrumbados Spurs recibían el consuelo del cuerpo técnico.
Antes de la lluvia de confeti que inundó el escenario en el que el capitán Jordan Henderson recibió el trofeo, conocido como la Orejona por sus asas, el plantel de Liverpool hizo el pasillo a sus rivales.
Tras entonar su himno, You’ll Never Walk Alone, con los seguidores ingleses desplazados a Madrid para el final durante la vuelta olímpica al estadio con la copa, los jugadores mantearon a Klopp.
El defensa central Virgil van Dijk fue elegido mejor jugador de la final. Antes de que el balón echase a rodar, los dos equipos, con todo el estadio puesto en pie, guardaron un emotivo minuto de silencio en memoria del futbolista español José Antonio Reyes, fallecido por la mañana en un accidente de tránsito.