Chilpancingo, Gro., Familiares de 10 indígenas nahuas ejecutados el 7 de junio de 1998 en la comunidad de El Charco, municipio de Ayutla de los Libres, exigieron al presidente Andrés Manuel López Obrador justicia para las viudas de los indígenas y una estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México que perdieron la vida en las inmediaciones de la primaria Caritino Maldonado.

En entrevista telefónica, Eustolia Castro Ramírez, una de las viudas, dijo: Exigimos justicia, hace un año nos organizamos para ser atendidos por el gobernador Héctor Astudillo Flores, pero nunca nos ha querido recibir en audiencia.

Por eso, agregó, hoy le pedimos a nuestro presidente López Obrador que nos atienda de manera directa, queremos que venga a Ayutla de los Libres para que conozca nuestra situación. Recordó que la mayoría de los caídos eran originarios de El Charco y de otras comunidades cercanas.

Queremos ser escuchados porque ya no se habla mucho de esta masacre; hubo muchos niños huérfanos en ese tiempo, por eso queremos que se nos atienda lo más pronto. Manifestó que a pesar de que el caso ya se encuentra en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no se ha resuelto, parece que se va alargando.

Aseguró que los dirigentes del movimiento ya están cansados debido a su edad avanzada y por eso estamos invitando a López Obrador.

Castro Ramírez recordó que el pasado 8 de mayo murió María Julia Loecia, una de las viudas; además otra, María Jiménez, se encuentra delicada de salud; lo mismo que María Abarca Modesta, en tanto que otras siete viudas se encuentran también sin justicia, que es lo que estamos demandando.

De acuerdo con los reportes que se conocieron entonces, la madrugada del 7 de junio de 1998, integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), una escisión del Ejército Popular Revolucionario (EPR), efectuaban una reunión de trabajo en la prima-ria Caritino Maldonado con comisarios y habitantes de varios poblados del municipio de Ayutla de los Libres, ubicado en la Costa Chica de Guerrero, cuando fueron sorprendidos por elementos del Ejército Mexicano.

Los militares llegaron disparando contra la escuela, donde dormían los campesinos y guerrilleros. Éstos lograron responder a los solda-dos e incluso rompieron el cerco hasta en tres ocasiones, lo que permitió salvar la vida de varios indígenas, pero debido a la superioridad numérica, al menos 10 indígenas, la estudiante y algunos milicianos se rindieron, pero fueron ejecutados en la cancha de la escuela.

Años después, sobrevivientes y el propio ERPI confirmaron que al menos cien soldados cayeron en combate.