Opinión
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Apuntes postsoviéticos

Preguntas sin respuesta

L

a aceptación de la fórmula Steinmeier, que debe el nombre a su autor, el actual presidente alemán (resumida: decidir si algunas regiones de Donietsk y Lugansk –ARDL–, después de celebrar ahí elecciones bajo la ley ucrania debe tener de modo permanente un estatus especial, si la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa –OSCE– las califica de libres y democráticas) no ha podido todavía, casi dos semanas después, desbloquear la celebración en París de la reunión de los mandatarios de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania, que forman el Cuarteto de Normandía, denominada así por el lugar donde se llevó a cabo el primer intento de negociar un arreglo político del conflicto ucranio.

En sí misma, la fórmula Steinmeier, aprobada mediante cartas enviadas por la OSCE a los participantes ante la negativa del enviado de Ucrania de estampar su firma en un mismo texto con la de los representantes de ARDL, no significa, para Kiev, ni srada (traición) ni peremoga (victoria), aunque provocó una histérica reacción de los grupos más radicales –tan minoritarios como irreconciliables–, apoyados por los adversarios del presidente Volodymir Zelensky, quien es consciente de que la mayoría de la población, sus electores, anhela la paz en Ucrania.

El problema no es el estatus especial de ARDL –ya existe una ley así y vence en enero próximo–, el rechazo se debe a que el acuerdo de celebrar elecciones ahí plantea demasiadas dudas: ¿se modificará la ley del estatus especial?; ¿cuándo habrá elecciones?; ¿puede haber comicios vigilados por unidades armadas separatistas o serán policías o soldados ucranios?; ¿pueden los observadores de la OSCE garantizar que no haya injerencias?; ¿podrán ejercer su derecho al sufragio los millones de desplazados?; ¿qué hacer con los que ya son ciudadanos rusos?; ¿quién va a controlar la frontera con Rusia?, entre muchas otras.

Por ahora, no hay respuesta a ninguna. Y no la habrá sin concesiones mutuas en la cumbre de los líderes en París –que todos dicen querer pero sin poder acordar la fecha–, pero antes tendrán que cumplir el gesto de buena voluntad de retirar las tropas y armamento a 10 kilómetros de distancia en dos sitios de la línea del frente, que tampoco se ha podido efectuar, por lo único que sí es recíproco: la desconfianza.