Sábado 26 de octubre de 2019, p. 3
Guanajuato, Gto., Entre los muros derruidos de un ex convento aparece un personaje pálido, casi transparente y fantasmal, capturado por la fotógrafa Bárbara Gamiño Alvarado, quien hace una reflexión simbólica del transitar de las personas en su exposición Poemas visuales: imaginarios de una migración.
La artista guanajuatense recupera relatos de mexicanos que dejan su patria y expresan sus sentimientos, su imaginario, sueños y experiencias de viaje. Luego elabora una interpretación poética plasmada en textos e imágenes habitadas por tan extraño ser blanquecino, frágil e irreal que se exhibe en el Museo del Ex Convento Dieguino en el programa de artes plásticas del Festival Internacional Cervantino (FIC).
Con poses de danza ese modelo encarna ‘‘un encadenamiento de sentimientos, pensamientos, crisis y rompimiento que se entrelazan en nuestro interior y dan un vuelco a nuestra vida cuando decidimos cambiar de geografía; son imaginarios que vamos construyendo en nuestras vidas y durante la nueva travesía”, explica Gamiño en entrevista con La Jornada.
‘‘Venir fue una decisión difícil, ya que era un país y una ciudad donde no conocía a nadie. Lo más duro fue la despedida de mi familia, era hacer un viaje donde no sabía cuándo podría regresar”, se ha impreso en una de las tarjetas colocadas junto a las imágenes que completan el relato.
La fotógrafa, quien ha vivido el acto de migrar, entrevistó a mexicanos radicados en Barcelona paraconocer sus motivaciones y el hecho de generar nuevas raíces. Algunos fragmentos de los relatos han sido colocados junto a las imágenes; ‘‘dejarlo anónimo fue intencional para dejar fluir el discurso de ellos, el poema visual de la fotografía y las vivencias del espectador”, detalla.
‘‘Empecé mi nueva vida sólo con recuerdos, aunque no fue del todo intencionado. Entre las prisas al hacer la maleta, el dolor de las despedidas y lo complicado que es elegir lo que más nos importa, decidí no llevarme nada ni siquiera fotos”, es otro de los testimonios en este sitio bajo tierra, durante el recorrido por la veintena de imágenes impresas en color que cuelgan donde fue el primer claustro de la ciudad de Guanajuato, edificado en 1694 y después reconstruido tras una inundación.
El personaje con el torso desnudo y el rostro pintado de blanco es el coreógrafo brasileño João Butoh, quien aceptó modelar para las tomas en la ex hacienda de San Gabriel de Barrera, en Guanajuato. ‘‘Sus expresiones corporales se adaptaron perfectamente a los sentimientos que quería imprimir”, cuenta Gamiño.
Reposa blanco, semidesnudo, extiende su cuerpo y se une con el ambiente, con la boca y los ojos entreabiertos, en una contemplación interior. Así ha sido colocado entre las centenarias paredes subterráneas sostenidas por postes metálicos, cubiertas con dibujos ocres testimonio de su pasado conventual, en el museo de sitio. Construido en el siglo XVIII, el templo se encuentra al lado del teatro Juárez y ha sido parte de un rescate arqueológico que durante el Festival Cervantino se ha convertido en galería, hasta el 13 de noviembre.
En la maleta, transparente, fantasmal, se empacan declaraciones de intenciones, sueños y promesas, tiempos indeterminados, nada viejo, nada superfluo, nada inútil, y al final casi nada
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