México. Agroalimentos y Salud
on base en las estadísticas del Informe Presidencial – únicas con la presentación aquí utilizada – hoy actualizamos sintéticamente la información sobre agroalimentos básicos a 2018, año que asumimos terminal del ciclo neoliberal que por siete lustros causó estragos en la producción de básicos, la autosuficiencia alimentaria, la calidad de la alimentación y el medio ambiente en México.
En 2018, la producción de maíz se redujo -2.1% respecto a 2017 y la de trigo -16.0%, y aumentó la de frijol 1.0% y la de arroz 6.9%. Si incluimos la soya, su producción cayó -25.2% (Gráfico 1).
En el mismo año, la producción de carne de bovino aumentó 2.8%, la de porcino 4.2, y la de aves 3.9; la producción de leche de vaca 2.0% y la de huevo 3.6%
En retrospectiva, entre 1985 y 2018 la población aumentó 64.8%, la producción de maíz 92.6% y la de frijol 31.2%. A la inversa, la producción de trigo cayó -43.6% y la de arroz -64.9% (Gráfico 2).
El indicador de dependencia alimentaria – que expresa el porcentaje del consumo nacional que se cubre con importaciones – en el maíz fue 17.8 en 1985 y 39.6% en 2018, en trigo aumentó de 9.7 a 70.0%, en arroz de 27.2 a 85.1%, y en soya de 61.7 a 94.1% del consumo. En el caso del frijol, en 1985 se importó el 16.4% del consumo, en 1995 sólo el 2.0, y en 2018 el 12.6% (Gráfico 3).
Grave deterioro se observa también en la autosuficiencia de cárnicos. En 1985 México sólo importaba el 1.1% de su consumo de carne bovina y en 2018 el 10.5; en la carne de aves pasó del 3.1 al 15.1%; y en la de porcino del 3.1% al 40.6% (Gráfico 4). En leche de vaca sólo se importó el 2.0% del consumo en 1985 y en 2018 el 26.7. En huevo siempre hemos sido autosuficientes.
Los resultados de este 2019 empezarán a ser la prueba de ácido para la nueva política agropecuaria, tanto en el incremento en la producción de básicos y en el correspondiente avance en la autosuficiencia, como en el vital tema de la calidad de los alimentos cuyo impacto en la salud es directo.
Para muchos está claro que con la apertura de fronteras y la extranjerización de la industria alimentaria, México degradó la calidad de su alimentación, la ecología y la salud de su población. Aquí no vale la "competitividad" como excusa para producir o importar cárnicos con hormonas, anabólicos o similares ni, por supuesto, transgénicos. Tanta o más vigilancia se requiere en los alimentos procesados.
Existe ya un creciente rechazo mundial al modelo alimentario y la insalubridad impuestos por la globalización, y un retorno a lo natural, a lo sano, y en su caso a un procesamiento con altos estándares.
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