Viernes 22 de noviembre de 2019, p. 32
Moscú. Acaba de concluir aquí el primer viaje oficial al extranjero del nuevo primer ministro de Moldavia, Ion Chicu, etiquetado como político pro ruso al postularlo el Partido Socialista (PS), del presidente Igor Dodon, significativa por sus resultados, más allá de que se logró restablecer el diálogo directo a nivel de jefes de gobierno.
Este necesario canal de comunicación entre Moscú y Chisinau estuvo congelado desde que la antecesora de Chicu en el cargo, Maia Sandu, ciudadana rumana y europeísta de vocación, hizo hasta lo imposible por posponer lo que en la política moldava se cataloga de obligada visita a su poderoso vecino, Rusia.
Chicu resultó nombrado gracias a uno de esos vuelcos inexplicables que suelen suceder en el espacio postsoviético, cuando el Partido Democrático (PD) de Moldavia –desplazado del poder de mala manera con un golpe urdido por unos aliados imposibles, el PS de Dodon y el ACNUR de Sandu– proporcionó los votos para ratificar en el Parlamento, con 11 más de la mayoría requerida, a su antiguo enemigo jurado.
Con ello, y no sin lo que se entrevé como enfática recomendación de Estados Unidos y de la Unión Europea, sus mayores valedores, el PD evitó la convocatoria de nuevas elecciones legislativas, que según sondeos recientes no podría ganar, pero fracasó en su intento de lograr a cambio garantías para el regreso a Moldavia de su exiliado fundador y principal patrocinador, el magnate Vladimir Plahotniuc.
El flamante premier Chicu –ex asesor en el círculo más cercano de Dodon– se lleva de Moscú una rebaja sustancial, a partir del siguiente primero de enero, del precio del gas ruso que recibe Moldavia y el compromiso de recibir 500 millones de dólares en créditos para proyectos de infraestructura.
La generosidad del Kremlin, por supuesto, tiene un precio: un mayor acercamiento político con Rusia y, entre otras medidas prácticas, llevar a cabo reformas legales que garanticen las inversiones rusas en Moldavia, en tanto se negocian las condiciones para un mercado de libre comercio entre ambos países.
Mientras se terminan de digerir los resultados de su visita a Moscú, como primer paso para tranquilizar a Bruselas, sede de la Unión Europea y de la OTAN, Chicu prepara las maletas para viajar a Londres con la mano extendida y convencer al Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo de que conceda nuevos créditos, a cambio de ratificar la intención de Moldavia de promover vínculos más estrechos con Occidente.