Sociedad y Justicia
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Cáncer de mama, conciencia en el aire
 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de noviembre de 2019, p. 40

Mandalas y flores disimulan las cicatrices del cáncer de mama. Sin importar edad ni medidas, seis mujeres que pasaron por mastectomías desfilan mostrando sus pechos en un avión comercial que sobrevuela los Andes de Ecuador.

En el pasillo de un Boeing 737-500 de la aerolínea local Aeroregional, Blanca Rosero y sus compañeras abren sus blusas blancas para descubrir sus bustos intervenidos, que las gradúan como sobrevivientes del cáncer de mayor incidencia entre las ecuatorianas.

A unos 10 kilómetros de altura, se presentan de manera sorpresiva para concientizar sobre el hábito del autoexamen a los pasajeros, incluidos los hombres, en el vuelo entre Quito y Loja. Queremos darles una motivación a todas las personas porque el cáncer no ve edades, ni que seamos blancos o negros, dice Rosero en medio del viaje que dura unos 50 minutos.

Esta ama de casa de 66 años muestra el girasol rodeado de rosas silvestres que cubre su pecho para motivar el autoexamen y salvar vidas. No me avergüenza, asegura.

El desfile aéreo es parte de la campaña Pinktate, de la fundación Jóvenes Contra el Cáncer. La iniciativa promueve la detección temprana y, aunque la actividad en el avión es excepcional, buscan que todos los meses lugares emblemáticos de Ecuador se pinten de rosa, color que representa la lucha contra la enfermedad.

Este mal arrebató en 2018 la vida a 627 mil personas, según la Organización Mundial de la Salud. En el mismo año, hubo 2 mil 787 nuevos casos en Ecuador.

A Rosero le diagnosticaron hace cuatro años un cáncer agresivo. Escuchaba sobre el cáncer y me parecía tan lejano, pero un día al bañarme me di cuenta de que tenía una bola en el seno izquierdo.

La sonrisa permanente de Rosero desaparece cuando recuerda el impacto que le causó ver por primera vez a niños en la sala de quimioterapia de un hospital de Quito. Y se le caen las lágrimas de sólo pensar que sus seis pequeños nietos tuvieran que vivir esa experiencia.

Lourdes Álvarez, de 33 años, sufrió la ablación de los dos senos. Sobre una cicatriz aparece una flor de loto morada, pintada y decorada con lentejuelas brillantes, hecha, como las otras, por el maquillador colombiano Camilo Mideros.

Su historia comenzó hace un año y medio, luego de que una bolita de un centímetro, aparentemente de grasa, creciera siete veces más de tamaño en cinco meses en su mama.

El primer pronóstico era dos meses de vida porque estaban afectadas algunas partes de mi cuerpo, pero sigo aquí después de tres cirugías, y me faltan dos que ya están programadas", cuenta.

Álvarez es otra de las tantas guerreras sobrevivientes del cáncer de mama, como las define Jóvenes Contra el Cáncer, cuya campaña incluyó que la noche de regreso del vuelo desde Loja, la torre de control del aeropuerto que sirve a Quito luciera rosada.

Durante el vuelo las mujeres incentivaron y explicaron la autoexploración. Seguimos acá, barriendo con todos los pronósticos médicos, dice, y agrega que sus hijas, de 8 y 14 años, son su motor para seguir luchando.