Domingo 24 de noviembre de 2019, p. 8
Martin Bramah empezó su carrera de guitarrista como mitad creativa en The Fall, banda de Manchester que fue una de las encarnaciones más creativas y peculiares del movimiento musical variado que se perfiló después del punk, con el gran Mark E Smith al frente del grupo.
Bramah desarrolló un estilo de guitarra angular con peso propio, como demostró al frente de Blue Orchids, grupo más orientado a las canciones pop, que formó parte del sello 4ad, donde sumó a una reconocida ex The Fall, Una Baines.
–¿Qué tipo de discos estaban buscando con Blue Orchids cuando la banda hizo Money Mountain? –le preguntamos.
–Estaba tratando de crear un sonido simple, directo, moderno, despojado del cliché del rock. La idea era descontruir las estructuras de las canciones y rensamblar sus partes con estilo minimalista-pop. Quería aportarle al sonido una espiritualidad del aquí y ahora
. una pureza del propósito.
–Estuve escuchando la banda que tuvieron con Karl Burns, Thirst, ¿Cómo fue la existencia de ese grupo?
–Había congelado a Blue Orchids por segunda vez y Karl Burns había dejado a The Fall por segunda vez, así que decidimos formar una nueva. Queríamos explorar algo más cercano al rocanrol, volver a nuestras raíces y sólo hacer la música que representara la idea de pasarla bien en una ciudad grande.
–¿Qué guitarristas te interesaban cuando grabaste Live at the Witch Trials?
–Escuchaba a muchos sin tomar notas: Buddy Holly, John Lee Hooker, Brian Jones, Zoot Horn Rollo/ Antennae Jimmy Semens, Michael Karoli … Grabamos el disco muy rápido, tocando en vivo en el estudio. Queríamos que sonara como sesión de radio, porque ya habíamos hecho dos con John Peel que salieron muy bien y deseábamos capturar esa vibra. Siempre odiamos los discos sobreproducidos y sobreanalizados.
Los años 70
–¿Cómo eran tus viajes en busca de vinilos a finales de los 70?
–Fuimos afortunados en Manchester porque teníamos muchas disquerías de segunda mano o estantes para explorar. Las asaltamos como pandilla, con abrigos largos para robar discos; así teníamos mucho para revisar, para quedarnos lo bueno y vender la basura. Devoramos música como los demonios las almas.”
–Blue Orchids toma su nombre de John Cooper Clark, hay un parecido entre su estilo y el de Mark E Smith. ¿Cuál era su relación con él y su música?
–John vivía a unas cuadras de nosotros, así que tomábamos en los mismos bares y a veces terminábamos en su casa para otro trago, una fumada y otras cosas. Él era un poco mayor que nosotros; siempre estábamos interesados en lo que tenía que decir, como alguno de sus chistes y gags; supongo que algo de eso se le habrá pegado a Mark como punto de partida o ángulo para escribir. John sugirió que llamara a mi banda The Blessed Orchids ¡Tendría que haberle hecho caso!
–¿Cuál fue tu experiencia como integrante de la banda de Nico?
–Ella me robó el nombre de la banda y mi sección rítmica –una dama con clase.
–¿Qué recuerdas de esas sesiones con John Peel?
–Era fascinante ver cómo trabajaba la BBC desde adentro. Bajar al sótano de la central de transmisión o en los estudios Maida Vale, tratando de absorber todo, mirando trabajar a los ingenieros. Así aprendimos a grabar, trabajar rápido y usar los errores.
Sólo un sencillo
–¿Cómo era su humor al momento de grabar Sleepy Town? ¿Por qué hicieron un solo sencillo esos años?
–Fue un momento malo, de mucha introspección, de rechazar al mundo; consecuentemente, sin dinero. Si tomas tu arte en serio, estás destinado a pasar por etapas en las que sientes que no tienes nada para decir que valga la pena.
–El estilo repetitivo para tocar de Una Baines es muy bueno ¿Qué crees que distingue a su sonido?
–Me parece muy intuitiva. Deja que sus dedos paseen por las teclas, sin encontrar nunca una nota equivocada. Estudió en la escuela de Mo Tucker. En esos días podías acceder a un phd, un curso en el plano astral sin necesidad de viajar.
–¿Cómo era tu relación con el baterista Karl Burns?
–Lo conozco desde que tenía 13 años. La primera vez que se sentó atrás de una batería, empezó a tocar de la nada, sin clases, sólo la golpeaba como si fuera suya; lo mismo con la guitarra, tomó una y la hizo sonar con un fósforo de púa, sin acordes. Desarrolló una especie de batería verbal que usamos para crear material nuevo, algo así como dame un kasaka, saka, shaka, bam, tish, bok, prapa boom
. Rompieron el molde cuando hicieron a Karl Burns.
–¿Cómo fue el proceso de selección de canciones para el disco de Blue Orchids que sacaron este año?
–En parte quería conjurar los espíritus de los tiempos antes de que empezáramos con The Fall. Éramos adolescentes obsesionados con la música underground. Es un poco un homenaje a mi amistad temprana con Mark E Smith, es el primer disco que hice después de su muerte y quería que encarnara ese espíritu original.