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Con o sin apoyo, siempre habrá exigencia, dice la nadadora Liliana Ibáñez
 
Periódico La Jornada
Martes 31 de diciembre de 2019, p. a11

Nadie más que la nadadora Liliana Ibáñez está más que convencida de lo que le depara el siguiente año y apuesta por sí misma, porque sabe que tarde o temprano voy a volar, para lo que tiene planeado en Tokio en las pruebas de velocidad.

Desde que dejó Estados Unidos para retornar al país que la vio nacer y superar una cirugía del hombro izquierdo, la especialista en 50 y 100 metros estilo libre se siente “más fuerte que nunca con cuerpo, cabeza y corazón. Estamos al full, al ciento por ciento sin descansar.

La meta es grande, no sólo dar la marca olímpica, yo tengo que pensar en Tokio, tengo todos los recursos, un entrenador australiano Brett Hawke que me ayuda y el auxiliar Emilio Garmendia, que es mexicano y vivía en Portugal, para hacerse cargo de mi preparación, enfatiza la guanajuatense de 28 años de edad.

La máxima ganadora de medallas en los Juegos Centroamericanos de Maracaibo 2018, con nueve metales, suelta una leve sonrisa sobre el pronóstico de finalista y hasta de subir al podio en la cita japonesa que hace varios meses hizo Ana Guevara ante los diputados, quienes le reprocharon el favoritismo que tiene sobre la nadadora al incrementar su beca (de 15 a 30 mil pesos) y formar parte del círculo cercano de amistades en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade).

Ibáñez agradece a la sonorense, sobre todo por hacer realidad “este sueño, creer en mí, y yo también me apostaría, como lo haría con un caballo (de carreras), y no se equivocó. La exigencia siempre va a existir haya o no apoyo, porque a lo largo de mi vida he luchado contra viento y marea y he sacado resultados.

“Ahora que tengo toda la ayuda necesaria, he pasado de todo en cuanto a condiciones de vida, enfermedades (cirugía en la espalda), lo he superado y no estoy sola.

Es la primera vez que (el apoyo) lo tengo y quiero hacerlo mejor: elevar el estándar de la natación y el deporte mexicano, para dejar un legado a las nuevas generaciones.

La primera mexicana finalista en Copas del orbe se prepara sin descanso con un banco (olímpico que tiene su nombre) de primer mundo, instalado en uno de los carriles de la alberca del Centro Nacional de Desarrollo Deportivo y Alto Rendimiento, comprado por sus patrocinadores para las competencias que iniciarán en marzo y lograr las marcas de 24.77 segundos en 50 libre, y 54.38 en 100, que le dan el pase a Tokio.

La recordista convivió ayer con niños de la Fundación Por un Hogar, a los que entregó medallas y regalos en el Hospital de Pediatría del Centro Médico Siglo XXI. Recordó lo que padeció con su mamá cuando sufrió un accidente de bicicleta en 2011 que le fracturó la espalda, estuvo meses en rehabilitación y perdió la posibilidad de acompañarla a los Juegos Olímpicos de Londres.

Con la voz entrecortada les dio palabras de aliento al ser verdaderos campeones que se anteponen a las adversidades y al verlos con sus mamás se le humedecieron los ojos porque recordó que también estuvieron en un albergue.