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Para que quede claro

La vida sin Tom Brady

H

ace tantos años, veinte, que está ahí que es difícil recordar cómo eran los Patriotas de Nueva Inglaterra antes de Tom Brady. En estos cuatro lustros que para Gardel y Lepera no son nada, la icónica figura de los Pats, como bien le llamó Bill Belichick tras la derrota ante los Titanes, ha cambiado la forma en que hemos vivido el futbol americano.

En marzo, si las cosas no cambian, Tom Brady será agente libre por vez primera en su extraordinaria, y yo diría legendaria trayectoria, en la que ha conquistado seis Supertazones, aunque, también como dijo el head coach al finalizar el encuentro del sábado en la noche, nadie lo respeta, porque como a su vez dijera Cervantes a través del Quijote, el hombre es de memoria flaca.

Aquel brutal impacto de Mo Lewis en el pecho de Drew Bledsoe en el juego de los Jets contra Nueva Inglaterra en la tercera semana del mes de septiembre de 2001 abrió la puerta para que el futbol americano sea hoy un deporte parecido apenas al que vivimos quienes somos aficionados desde la década de los 70 del siglo pasado. Sí, del siglo pasado.

No es un tema coincidental. Tom Brady no llegó a Nueva Inglaterra por un capricho del destino, el genio de la lámpara siempre fue Bill Belichick, quien ha expresado hasta la saciedad que su quarterback es la única estrella del equipo y el único imprescindible, por eso ha partido una legión de jugadores que han sido estrellas en otros lugares, pero sólo piezas del complejo modelo matemático que vive en la cabeza del entrenador más exitoso de la historia de la NFL.

Brady era el hombre que se iba a adaptar a ese modelo, y quien con precisión milimétrica durante 15 años, para no exagerar, dominó el escenario a placer, aun con sus bajas y la némesis que le significó la familia Manning. Peyton en la AFC y Eli en la NFL en pleno.

Los últimos dos títulos, si es que se puede decir de esa manera, no fueron obtenidos de forma arrolladora, aunque sí haya sido titánico el modo en el que ganaron ante los Halcones de Atlanta aquella noche en Houston en tiempo extra. Una dosis de drama para quien nunca suele hacerlo.

Brady pudo haberse retirado el año pasado después de vencer a los Carneros y Josh McDaniels el coordinador ofensivo pudo haberse ido con los Colts, pero ambos eligieron quedarse y tratar de ganar el séptimo. Tan histórico como el primero para una organización que es un modelo donde las decisiones las toma el mismo que las ejecuta, Belichick.

Es muy probable que Brady se vaya, aunque no está dicha la última palabra. Aquellos que llamaron espejismo a los Patriotas del 2019 tal vez no recuerden que un día, hace ya varios años, luego de sufrir una devastadora derrota un lunes por la noche ante Kansas City, todo el mundo hablaba de que Tom ya estaba listo. Él respondió llevando a los Pats al Supertazón, donde vencieron a los Halcones Marinos de Pete Carroll, quien se vio como un novato ante Belichick.

Por supuesto que el tiempo no perdona a nadie. Hay muchos que lamentan no haber visto a genios como Michael Jackson, Freddie Mercury, Elvis Presley o titanes del emparrillado como Bradshaw, Montana, Staubach, Walter Payton, qué sé yo cuántos más.

Los de esta generación, y los de la X, tuvimos la suerte de ver en vivo al mejor jugador en la historia de la NFL. Durante tantos años hizo que se viera tan fácil lo que hacía que muchos lo ignoraron. Los ganadores son odiados, siempre, donde sea, el triunfo produce ceguera y eso ha impedido a muchos apreciar su grandeza.

Lamentablemente, si se va, muchos preguntarán: ¿cómo era Tom Brady en el terreno de juego?, me robo las palabras de Belichick para contestar: Un ícono, yo agregaría: una figura de leyenda...