l valor de la producción nacional de bienes y servicios (PIB) ascendió en 2019 a 24 billones 239 mil 132 millones de pesos, cifra -0.15% inferior en términos reales (quitando la inflación) a la de 2018 (Gráfico 1).

El pasado fue un año trepidante de ajustes y cambios positivos hacia la recuperación de los estratos en postración social, el saneamiento del sector público federal y de sus relaciones con el sector privado, contra la descomposición generalizada y la criminalidad; acciones de cambio que crearon un ínterin de incertidumbre, expectativa, alteraciones en la demanda, y negociaciones cupulares que impactó en múltiples negocios, en la inversión y en la producción: la construcción se redujo -4.97%, la producción minera -2.21, productos metálicos básicos -1.74, el comercio de intermediarios mayoristas -3.21, y los servicios financieros y de seguros -0.21%

Comparando el crecimiento en el primer año de los cinco últimos gobiernos, el -0.15 de 2019 fue aun mejor que el -6.3% de 1995 y el -0.4% de 2001, aunque sí inferior al 2.3 de 2007 y el 1.4 de 2013 (Gráfico 2); comparativo también válido para el PIB por habitante, que en 2019 se redujo -1.1%

Por actividades, el PIB agropecuario creció 1.87%, menos que en el primer año de los tres sexenios previos y poco más que en 1995 (Gráfico 3); el PIB industrial cayó - 1.77%, menos que en 1995 (-10.88) y 2001 (-2.18), pero mejor que en 2007 (0.93) y 2013 (-0.22%); y el PIB servicios creció 0.45%, menos que en los dos previos, pero más que en 1995 (-3.58%) y 2001 (0.33).

Por sectores específicos, la industria manufacturera creció 0.25%, no tan mal como en 1995 (-4.19) o en 2001 (-2.83), pero menos que en 2007 (0.61) y 2013 (0.53); y la extracción de petróleo y gas bajó -6.7%, un mal resultado ciertamente pero que parece frenar el desplome de los años anteriores -10.4% en 2017 y -6.8% en 2018.

Si bien podemos explicarnos porqué 2019 fue un mal año para la economía – máxime si agregamos las pifias, errores e inexperiencias en varias áreas, y las hostilidades del gobierno estadunidense – no es posible aceptar que 2020 sea también un mal año como ya pronostican diversas fuentes.

Lamentablemente tal vez tengan razón, pues contra todas nuestras expectativas la economía (y el empleo) se perfilan como el talón de Aquiles de la 4T. No hay a estas alturas ningún indicio de alteración de la estructura neoliberal y la inercia monetarista que inhiben el crecimiento y el empleo productivo. No hay visos de limitar el control monopolista de las corporaciones y liberar el potencial de la producción interna de bienes y servicios; no se ve una política para relanzar una industrialización propia con alta integración nacional aunque no sea tan "competitiva" internacionalmente; tampoco para hacer del campo y los alimentos, el turismo, la industria ligera y los servicios territorio de pequeños y medianos productores y empresarios que mexicanicen tales actividades y generen empleo masivo, en vez de permitir que grandes consorcios nacionales y extranjeros los desplacen sin beneficios tangibles para el país,... No procede seguir mendigando que transnacionales vengan a copar la economía sin objetivos y límites precisos; en México hay suficiente ahorro y potencial productivo para, con nuevas reglas de sustentación, retomar la senda perdida del crecimiento y el desarrollo. Necesitamos convertirnos en la 4T en una Nación con tres economías.

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