El incremento de la violencia juvenil es ya un problema emergente de salud pública en el país, señaló Daniel Hernández Rosete, antropólogo adscrito al Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, al citar que 38 por ciento de los homicidios se dan en este segmento de la población y que cuatro de 100 miembros de esa población ha visto afectada su salud por causas atribuibles al flagelo.

Además, señaló que la violencia y los homicidios dolosos en el segmento de entre 15 y 44 años de edad, es de tal magnitud que esta fracción poblacional ha perdido cerca de cinco años de esperanza de vida.

Es un problema emergente que todavía no se considera un asunto de salud pública porque intervienen otras variables de tipo cultural, por ejemplo, algunos enfoques siquiátricos consideran que la violencia y la agresión son condiciones naturales en gente joven, pero los antropólogos pensamos que es un proceso aprendido relacionado con identidades, en este caso de identidades masculinas, sostuvo Hernández Rosete al mencionar parte de las conclusiones de su investigación.

Hernández Rosete destaca que la violencia tiene mucho que ver con lo que pasa actualmente a escala nacional, donde hay una desestructuración de las garantías individuales que el Estado tiene la obligación de respetar y de hacer respetar, como el derecho a la vida; eso influye en la variable de esperanza de vida en los jóvenes y tiene que ver con el narcotráfico, con sus procesos de reclutamiento y las dinámicas de conflicto entre bandas criminales.