Lanzada en 2009, impulsa ‘‘el entendimiento intercultural’’ // Siguen añadiendo contenidos a esa colección multilingüe
Martes 24 de marzo de 2020, p. 4
La Biblioteca Digital Mundial, que en estos días se ha convertido en una asombrosa ventana a las culturas de todos los continentes para millones de personas que guardan cuarentena debido a la epidemia de coronavirus, es una iniciativa que se atribuye al bibliotecario del Congreso de Estados Unidos James H. Billington.
Así, propuso crear un espacio virtual en un discurso que ofreció ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en junio de 2005. Su idea fue crear una colección en Internet, de fácil acceso con los materiales de las principales bibliotecas del mundo, sobre todo ‘‘para promover la sensibilización y el entendimiento intercultural”.
La Unesco, explica la Biblioteca Digital Mundial en su página web, acogió la idea como contribución para cumplir los objetivos estratégicos de esa organización internacional, ‘‘que incluyen promover las sociedades del conocimiento, aumentar las capacidades de los países en desarrollo y promover la diversidad cultural”.
En diciembre de 2006 la Unesco y la Biblioteca del Congreso con-vocaron una reunión de exper-tos del mundo para identificar los retos del proyecto: se dieron cuenta de que en muchas naciones se digitalizaba muy poco contenido cultural y que los países en desarrollo, en particular, carecían de los recursos para digitalizar y exhibir sus tesoros culturales.
‘‘Los sitios web de entonces tenían, a menudo, funciones de búsqueda y visualización poco desarrolladas. El acceso multilingüe no estaba bien desarrollado. Muchos de los sitios mantenidos por instituciones culturales eran difíciles de usar y, en muchos casos, no resultaban atractivos para los usuarios, especialmente para los más jóvenes”, añaden.
Se sumaron en principio cinco instituciones: la Bibliotheca Alexandrina, la Nacional de Brasil, la Biblioteca Nacional y Archivos de Egipto, la Biblioteca Nacional de Rusia y la Biblioteca Estatal Rusa, las cuales desarrollaron y aportaron con contenidos para un prototipo de la Biblioteca Digital Mundial que se presentó en la Conferencia General de la Unesco en 2007.
El éxito de la propuesta entusiasmó a varias bibliotecas, las cuales desarrollaron una versión pública y de libre acceso para unirse a la Biblioteca Digital Mundial, cuyo lanzamiento se llevó a cabo en abril de 2009.
Hoy la versión pública del sitio (wdl.org) incluye artículos digitales de alta calidad que reflejan la herencia cultural de todos los países integrantes de la Unesco. Se continúan añadiendo contenidos al sitio y en estos días de confinamiento la Biblioteca Digital Mundial es un deleite para chicos y grandes.
Por ejemplo, al buscar textos sobre ‘‘salud”, entre libros de cantos escoceses que desean la salud ‘‘para las todas buenas chicas”, un libro de remedios yemení o manuscritos científicos de mediados del siglo XV destinado al uso práctico de ciudadanos ricos o de órdenes religiosas, aparecen libros de medicina oriental de la Edad Media.
Todos los materiales se acompañan con amplia información, como el manuscrito enciclopédico con contenido de dibujos médi-cos y alegóricos producido en el sur de Alemania, cuando la medicina estaba muy entrecruzada con la astrología y otras creencias no científicas.
‘‘Este manuscrito realizado sobre vitela, alrededor de 1410, contiene dibujos en tinta con textos explicativos en alemán y latín. El primer dibujo muestra la Tierra y siete planetas. Le sigue Hombre-zodiaco, hombre desnudo que se muestra con los 12 signos del Zodiaco, cada uno relacionado con una parte específica del cuerpo. Siguen cuatro tablas de sangre del cuerpo humano. Tales calendarios o tablas de sangre eran ampliamente utilizados en este periodo. Ofrecían instrucciones de los días óptimos en los que extraer sangre y los puntos en el cuerpo de dónde extraer la misma. La propia complejidad de las instrucciones ofrecidas, que variaban según las distintas fases de la Luna, las diferentes enfermedades y los diferentes puntos del cuerpo, otorgaban un grado de credibilidad a un acto esencialmente sin valor y a menudo nocivo.
‘‘El trabajo concluye con dibujos de la Torre de la Sabiduría (texto en alemán), un hombre llamado Microcosmus, un hombre llamado Macrocosmus, el Árbol de la Virtud, Filosofía rodeada de las Siete Artes, historias que muestran el poder del mal de las mujeres, el Árbol de Babilonia (o vicio), la Torre de la Sabiduría (texto en latín, en dos hojas) y la Rueda de la Fortuna. El documento pertenece a la Colección Rosenwald de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.”