La FMF aniquila los principios deportivos
a Federación Mexicana de Futbol (FMF) traiciona los más elementales principios deportivos, los de competencia, gloria al triunfo y castigo al mal desempeño; premia la mediocridad, privilegia el negocio y se olvida de los jóvenes cancelando la regla 20/11, los confina a una región nebulosa, a una liga de burla, abstracta, inexistente. Desde hace años la FMF está convertida en un ente de nula credibilidad. Es un circo, un desgarriate mayúsculo.
En Alejandro Irarragorri tiene a su principal bufón, pues reúne una sobredosis de cinismo e hipocresía. Subiéndose a un pedestal e invocando a Dios y al club inglés Sunderland proclama algo así, palabras más palabras menos: “¡Entiéndanlo, la mayoría de equipos del Ascenso está en quiebra técnica! (…) ¡Ven la tempestad y no se hincan!” A coro habría que replicarle: Entienda usted, el Atlas está en el último lugar de cocientes, ¡tendría que estar en el descenso!
Este personaje manda a volar a todos los futbolistas que emiten gemidos lastimeros desde las llamas del desempleo; les dice que los entiende, pero que mejor busquen chamba en otras ligas si tan capaces se sienten. El ilegal pide legalidad, pues si sus contrincantes perdieron en una votación que fue un burdo albazo, ahora exige que se adhieran… ¡De risa loca! Y encima quiere que se le tome en serio.
Al ex seleccionador Juan Carlos Osorio le decían el seductor porque mareaba a los federativos, ¡se queda corto! Quien de verdad los encandila es Irarragorri. Un tipo que apareció en el futbol mexicano tras fracasar como empresario convencional en Brasil, de esos que arriesgan un capital semilla y trabajan duro para progresar. Con esa fórmula nomás no pudo.
Sus artes eran otras. Irarragorri irrumpió en el Querétaro, donde se topó con pared, no todos caen a sus pies. Más tarde, tuvo la suerte de conocer a Carlos Fernández, funcionario de Grupo Modelo y dueño del Santos Laguna, e hizo su mejor labor, con malabares siempre, sin dinero o muy poco (préstamos aquí y allá), hasta lograr el control del equipo albiverde después de que el grupo Anheuser Busch compró la cervecera mexicana. Aunque también se le menciona como prestanombre de Fernández.
Su lengua melosa envolvió al federativo Decio de María, quien sin escrúpulos le pasaba información confidencial, que le sirvió para hacer múltiples transacciones con el América y pagar una bicoca para que su Tampico no descendiera. Y quién olvida el episodio donde traicionó y votó para que Televisa conservara los derechos del Tri. Hoy le molesta que se divulguen datos tras los conciliábulos de dueños, y cual si fuera exitoso, dicta cátedra hueca de cómo hacer negocios.
Irarragorri vende el sueño de traslapar a la Liga Mx bajo la MLS (Major League Soccer), de verse forrados de billetes verdes por mera ósmosis. Con esa quimera endulza los oídos de los dueños. La fuente de la abundancia son los migrantes radicados en Estados Unidos, la población más afectada y desprotegida en la pandemia, pero ¿quién piensa en ellos? Los clubes mexicanos sólo ansían que pase la crisis para ir por su cuota de remesas.
Tv Azteca, de Ricardo Salinas, es dueña parcial de Grupo Orlegi con un 30 por ciento. El malhadado Atlas cayó en manos de la televisora del Ajusco, que le inyectó millonadas y sólo exhibió ineptitud. A la desesperada negoció con Irarragorri, quien no invierte, y mucho menos logra nada… A Alejandro le hace falta dialogar con Jesús Martínez, podría aprender algo de negocios tangibles.
En el Ascenso hay equipos de prosapia incluso superior a las de los coleros del máximo circuito, como la UdeG, a la que desdeñan por tratarse de una universidad pública, aunque se maneja de forma similar a Pumas, pero les estorba porque comparte el estadio Jalisco con el Atlas del intocable. Venados es otro aspirante serio y, todo indica, se negoció en lo oscurito con Oaxaca, pues siendo campeón votó por desaparecer su circuito. ¿Cuánto costó el sufragio de Alebrijes, o a cambio de qué?
Ahora los representados por Álvaro Ortiz se lamentan, pero en el momento preciso pecaron de ingenuos, se dejaron llevar mansamente hacia una asociación de ornamento y renunciaron al legítimo derecho de congregarse en un sindicato de futbolistas. Por eso, en su extensa misiva, el titular de Orlegi los ve como a infantes a los que se debe guiar.