os informaciones revelan las diferencias en la manera en la que ha afectado la pandemia a la economía mexicana y a los bancos privados. En el primer trimestre de 2020 la economía se contrajo 1.2 por ciento, pero en abril la caída llegó a 17 por ciento y en mayo será sólo un poco menor
, según el secretario de Hacienda. En contraste, los bancos privados al cierre de abril registraron utilidades por 39 mil millones de pesos, cifra que es casi 30 por ciento menor que lo registrado en 2019. Así mientras el país se desploma, los bancos siguen obteniendo utilidades. La diferencia es brutal: cierran actividades, se pierden millones de empleos, cadenas de valor se interrumpen, los flujos turísticos desaparecen, pero los bancos siguen ganando mucho dinero.
Una estrategia bancaria interesante es que desde marzo se operó un programa de aplazamiento de pagos en créditos comerciales, de vivienda y de consumo que ha reducido el impacto de la brutal contracción de los ingresos de millones de deudores: tanto hogares como empresas. En este programa de diferimientos de pagos se incorporaron 7.9 millones de créditos: 3.2 millones de micro, pequeñas y medianas empresas; 2.7 millones de tarjetas de crédito; 1.8 millones de nómina, personales y automotrices; y 281 mil préstamos hipotecarios. Sin este programa de aplazamiento de pagos, la cartera vencida de la banca hubiera crecido sustancialmente. Sin embargo, en mayo apenas registró un crecimiento de 0.2 por ciento respecto a abril.
La magnitud de la contracción económica ha provocado ya que se pierdan millones de puestos de trabajo, que micro, pequeñas y medianas empresas estén prácticamente en condiciones de quiebra, que en muchos hogares mexicanos se vivan ya situaciones en las que el conseguir el sustento diario está dificultándose crecientemente. El programa de aplazamiento de pagos para los deudores simplemente pospone los pagos que habrá que hacer a partir de agosto o septiembre. El alivio es, en consecuencia, momentáneo. Los problemas para los deudores se presentarán irremediablemente en esos meses. Frente a este panorama dramático, los bancos siguen obteniendo utilidades.
Los bancos han anunciado que trabajan en nuevos programas de apoyo a deudores, pero que esta vez serán programas específicos que cada banco diseñará a partir de la evaluación de su cartera. En ninguno de estos programas, que anunciará cada banco, se pondrá por delante la situación de los deudores, sino que el rendimiento que los accionistas de esos bancos y sus directivos requieren se obtenga. No se considerará condonar el pago de intereses por lo menos durante los meses más duros de la contracción, aunque ello pueda significar que a mediano plazo los deudores favorecidos por esta condonación se convertirán nuevamente en usuarios de nuevos créditos.
Los gobiernos de todos los países, en diferentes medidas y con programas diversos, están destinando recursos importantes a tratar de revertir los impactos de la pandemia, buscando que sus economías se recuperen lo más pronto posible. Organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, han comprometido recursos para que los países tengan disponibilidad financiera inmediata. El G-20 propuso una moratoria en el pago de intereses por las deudas externas dirigidas a los países más pobres.
Los bancos centrales, por su parte, han diseñado y puesto en funcionamiento programas de ayuda a las entidades financieras e incluso a empresas y hogares. Han reducido, además, los costos de financiamiento. Deben los bancos privados corresponder al cumplimiento con que los deudores mexicanos han honrado durante muchos años sus compromisos crediticios. Un índice de morosidad de 2.32 por ciento en abril de este difícil 2020, documenta este grado de cumplimiento.
Desde el punto de vista de la situación financiera de los bancos privados que operan en México, es indudable que hay espacio para acomodar una condonación del pago de intereses por lo menos durante los meses que se decidió aplazar este pago. Los bancos no sólo siguen ganando durante los peores momentos de esta crisis, sino que han logrado utilidades absolutamente descomunales que han hecho muy rentables a las filiales mexicanas. Las filiales mexicanas de los bancos españoles, por ejemplo, han sido durante varios años las más rentables del mundo.
Los flujos de utilidades generadas en México, y en otros países latinoamericanos, permitieron que Santander, BBVA, Citibank, HSBC y muchos otros bancos se mantuvieran funcionando pese a la dureza de la crisis de 2008. Corresponder con los deudores que hicieron esto posible, permitiría que se redujeran significativamente las pérdidas que irremediablemente sufrirán el grueso de los deudores de la banca, estimularía a la economía en su conjunto y, con ello, generaría que las actividades bancarias se expandieran.