Martes 4 de agosto de 2020, p. 4
Texcoco, Méx., Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) confirmaron por primera vez el uso del cinabrio (un sulfuro de mercurio) y la hematita (mineral del óxido férrico) en varios murales del complejo arquitectónico de Quetzalpapálotl, en Teotihuacan, a fin de lograr tonalidades rojizas en las decoraciones de la urbe, entre los años 200 y 350 dC.
Se trata de la primera vez que se confirma el uso del cinabrio, aplicado directamente en la pintura mural temprana, debido a que sólo se había identificado en fragmentos sueltos datados en las últimas etapas del desarrollo estilístico y tecnológico de la metrópoli, entre 350 y 550 dC
, señaló Denisse Argote Espino, investigadora del INAH.
La especialista forma parte del equipo interdisciplinario que, en colaboración con expertos del Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA) y del Instituto de Geología de la UNAM, ha aportado su grano de arena al estudio de la policromía en la gran ciudad del periodo clásico mesoamericano, brindando una perspectiva distinta a la luz de nuevos datos.
Rojo, asociado con la sangre, la vida, la fertilidad
Teotihuacan era colorida, pero en sus murales prevalecía el rojo, asociado con la sangre, la vida, la fertilidad y el renacimiento del Sol
, informó el INAH mediante un comunicado.
“Los análisis no invasivos –añade el boletín– realizados a la pintura mural en distintos espacios del complejo de Quetzalpapálotl revelaron que el cinabrio y la hematita fueron utilizados para lograr tonalidades rojizas en las decoraciones tempranas de la urbe.”
Además, el equipo interdisciplinario, integrado por Denisse Argote, Gloria Torres, Genoveva Hernández-Padrón, Verónica Ortega, Pedro A. López-García y Víctor M., también detectó el uso del yeso en los estucos, material que no había sido reportado
.
Castaño destacó que el estudio de la pintura tiene mucho que aportar en este milenio, gracias al desarrollo de técnicas que no alteran su estado de conservación, entre ellas la espectrometría de fluorescencia de rayos X, la cual utilizaron en su modalidad portátil (pXRF). Este instrumento permitió realizar un análisis rápido in situ sin necesidad de extraer una muestra de la pared.
Para validar los resultados de los análisis pXRF, se aplicaron microscopía electrónica de barrido equipada con un espectrómetro de dispersión de energía (SEM-EDS) y espectroscopía Raman, para el examen de pequeñas muestras extraídas de tres complejos arquitectónicos investigados.
El estudio se enfocó en las pinturas murales del palacio homónimo (Quetzalpapálotl), del Patio de los Jaguares, del Templo de los Caracoles Emplumados y del Complejo Sur, sitios más representativos del Complejo de Quezalpapálotl, ubicado en el suroeste de la Plaza de la Luna, donde se pueden encontrar estructuras de fases temprana y tardía.
Elegimos estas secciones porque todas contienen tonos rojos medios y claros en su composición pictórica. Sólo unos pocos incluían tonos de rojo anaranjado, como el marco de una puerta de la subestructura de los Caracoles Emplumados y una pared monocromática del complejo sur
, precisaron los investigadores.
El pXRF detectó la presencia de cinabrio y hematita en pinturas murales, así como yeso en la composición de los estucos y enlucidos, mientras la técnica SEM-EDS y la espectroscopía Raman corroboraron su existencia.
La aplicación del cinabrio en la arquitectura de los primeros periodos dentro de este contexto ceremonial –agregaron los especialistas– “se diseñó, probablemente, para representar rituales, consolidar su estructura religiosa y consagrar los espacios y las personas que los ocupaban.
El cinabrio también era símbolo de riqueza, poder y propiedades mágicas relacionadas con los dioses del inframundo. Podría justificar que se usara en elementos de fuerte carga simbólica; si bien hace referencia a la vida, al agua y a la fertilidad (asociado con su color verde), también podría ser emblema de un linaje dominante de Teotihuacan.