El periodismo narrativo es más viejo que el hambre: Leila Guerriero
Viernes 14 de agosto de 2020, p. 7
La argentina Leila Guerriero se ha hecho el favor de lograr dos cosas: la primera, poseer una mirada a la que no se le escapa nada, ni lo invisible; la segunda, una gran capacidad para analizar el comportamiento humano. Así, de forma ejemplar, se aleja de temas que riman con catástrofe y tragedia, como los retratados en Los suicidas del fin del mundo, para demostrar que los misterios de la vida diaria también son tema periodístico.
La editorial española Libros del Asteroide acaba de publicar Teoría de la gravedad. Una selección de las columnas que Guerriero escribió para la última página del diario español El País. Un compendio que tiene como común denominador hablar de la naturaleza humana. Así, el trabajo realizado para el medio entre 2014 y 2019 sirvió de borrador para este libro.
En Traiciones de la memoria, el periodista colombiano Héctor Abad Faciolince describió a un verdulero argentino que se negaba a hacer ventas a domicilio utilizando como argumento: yo vivo de sus tentaciones, no de sus necesidades
. La frase, aplicada a la prensa, explica la naturaleza de las columnas elegidas por Guerriero. Mientras sus colegas se encargan de temas informativos (como la agenda del presidente, el clima o temas internacionales) Leila se decanta por escritos de tentación. Este libro sigue esa estela y se une al de trabajos publicados previamente por grandes periodistas que poseen esa mirada de fabulador, Roberto Arlt, Álvaro Cunqueiro, Josep Pla, Maruja Torres, Jorge Ibargüengoitia, todos ellos, como diría el mexicano Juan Villoro –y quienes también forman parte del grupo– perfeccionaron el difícil arte de vender lechugas por su aspecto
. Un libro de periodismo de tentación que reúne 96 relatos y que, gracias a la manera como lo platica la autora, se antoja desde la primera página.
Guerriero cuenta su criterio de selección: tenía que ser de aquellas que tuvieran un clima, con temas que hablaban más de la naturaleza humana. No de cuestiones políticas o sociales que pasaban en el mundo. Pero sí una columna en la que de pronto se hablara del momento en que un niño va a conocer el mar por primera vez o aquella que narra el deslumbramiento de una persona que encuentra, inesperadamente, una voz cantando en el metro de Buenos Aires
.
Resolver embarcarse en una tarea de semejante envergadura no se toma así como así. La idea del libro vino motivada por el encuentro de Leila y el editor Luis Solano, quien le propuso hacer una selección para el compendio.
“…un día nos encontramos en Madrid, haría dos años que yo publicaba, y me dijo que le encantaban. Ahí me preguntó si me parecía hacer una selección de los textos para ponerlos en un libro. Y bueno, de ese encuentro pasaron un par de años más. Un día, Luis me escribió preguntándome si me parecía que ya había un buen capital de columnas acumuladas para seleccionar. Yo le dije que sí”.
Fue una labor muy exigente, en la que trabajó meses: fue complicado porque había muchas columnas, como 300 para seleccionar; luego, encontrar una narrativa; no simplemente acomodarlas en orden cronológico, no, había que encontrar el tema del libro. Fue súper demandante
.
Tarea personal
El trabajo del editor consiste en seleccionar, revisar, ordenar y pre-parar el material antes de su impresión o publicación, pero antes de esto, Luis preguntó a Lelia si que-ría trabajar con alguien para preparar el material; ella contestó que no. La razón: sintió que era una tarea muy personal, casi similar a escribir un libro por primera vez.
Esta vez Guerriero no habló de artistas plásticos, músicos, fotógrafos o novelistas. Tampoco hizo entrevistas o reunió sus conferencias sobre periodismo narrativo. En Teoría de la gravedad indaga en sus propios recuerdos. Es un texto autobiográfico, planteado como un juego donde dice: voy a contar esto, pero más grande
. Como periodista, tiene muy claro hasta dónde quiere exponerse: con control y sin dejar de tener claro que lo que cuenta acerca de su vida, su adolescencia, su infancia o su familia es para contar una cosa mayor. Nunca deja de hacerse la pregunta: ¿Por qué le importaría al lector leer esto?
Lo más valioso de la aproxi-mación propuesta no es la informa-ción que aporta sobre su persona, sino su enorme capacidad para dar cuenta del detalle significativo que ilumina su retrato, así como su estilo, compuesto de frases breves y a menudo poéticas que otorgan a sus escritos un ritmo particular.
Quizá la recepción de Teoría de la gravedad pueda regresar al campo del monótono y algo redundante debate acerca de las supuestas relaciones entre literatura y periodismo, Guerriero acepta hablar del tema: el periodismo narrativo es más viejo que el hambre. Ahora, los medios importantes tienen una enorme cantidad de columnistas que opinan sobre las más diversas cosas, algunos mezclan asun-tos personales con coyunturales; otros se van por lo puramente político o económico, pero yo creo que hay una larga tradición del columnista hispanos que hablan de temas más personales, no me atrevería a pensar que son un nuevo género
.
Ahora es fácil hablar de periodismo narrativo. La autora tiene varios libros sobre el género y mucha gente la ha leído en periódicos y revistas, pero en 2006, cuando la editorial Tusquets contactó a El País para ver si les gustaría dar un adelanto de Los suicidas del fin del mundo, ellos contestaron con una invitación para que Leila escribiera, que contara sus historias en notas porque les parecería muy interesante. Después la invitaron a Babelia, El País Semanal, y un día, en 2013, cuando visitó la redacción del medio, le propusieron ser columnista de la última página del diario. Así empezó la historia –o una parte de ella– de una de las periodistas más importantes de Latinoamérica, una que se lamenta que en tiempos de emergencia el periodismo se haga por Skype.
En Teoría de la gravedad es una hermosa constelación de recuerdos; 96 historias de cómo se vive a partir de lo que nos preocupa.