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Ver día anteriorDomingo 16 de agosto de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Las maromas de la Alianza Federalista
A

yer, la llamada Alianza Federalista (agrupación que a la fecha incluye a los gobernadores de Aguascalientes, Coahuila, Colima, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León y Tamaulipas) dio a conocer un escrito en el que fija posición sobre la reunión que el próximo miércoles 19 sostendrán el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gabinete con los integrantes de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago).

El documento enfatiza la necesidad de lograr una coordinación producto del diálogoy la concertación entre la Federación y los estados de la mencionada Alianza. Un verdadero federalismo nos conviene a todos, dice el documento. Esta afirmación, con la que difícilmente alguien puede estar en desacuerdo, suena por lo menos sorprendente si uno se remite a tres o cuatro meses atrás, cuando varios de los mismos mandatarios ahora firmantes declaraban, con seguridad teñida de arrogancia, que tenían sus propias recetas para hacer frente a la pandemia, y que las iban a aplicar con independencia de lo que el gobierno federal dispusiera sobre el asunto.

Ahora, los gobernadores agrupados en la citada agrupación se quejan de que llevan más de cinco meses afrontando la pandemia y el desplome de sus economías sin más recursos que los propios y asumiendo todos los riesgos. Se lamentan de que se ha configurado una situación que no resulta sostenible ni sana para las entidades, y convocan a actuar de manera extraordinaria, privilegiando el diálogo y la coordinación para superar la etapa. No hacen alusión, sin embargo, a la soberbia negativa a seguir las líneas de acción trazadas por las autoridades de salud federal, que enarbolaron en las primeras etapas de la epidemia y que en la práctica era la antítesis del federalismo.

Las fórmulas más o menos retóricas del escrito, así como las propuestas en el sentido de fortalecer los sistemas de salud de los estados, resultan insuficientes para olvidar que en el mes de mayo, por ejemplo, un grupo de quienes suscriben la propuesta aliancista –siete, de hecho– rechazaban ampulosamente el semáforo epidemiológico presentado por el gobierno federal para el inicio de la nueva normalidad. Y no bastan tampoco para pasar por alto las numerosas descalificaciones que los gobernadores de la AF formularon individual o colectivamente cada vez que se referían a las estrategias generales y las medidas puntuales definidas por el gobierno central para enfrentar la pandemia; a las groseras impugnaciones personales que hicieron acerca de algunos funcionarios de salud encargados de combatir la enfermedad, y a la negación tajante de cualquier forma de ese federalismo que de repente ensalzan.

Por ello, el escrito dado a conocer por los mandatarios de la Alianza Federalista no resulta convincente. De hecho, más que un llamamiento a unir esfuerzos contra un gravísimo problema de salud pública cuyas secuelas aún no sabemos hasta dónde van a llegar, parece una maroma destinada a que sus gobernados no adviertan que ahora reclaman lo que ayer mismo negaban en las palabras y en los hechos.