ingún actor tiene en México tantos premios como Daniel Giménez Cacho: cinco veces galardonado con el Ariel a mejor actor de cine, mejor de teatro y de televisión; por mejor coactuación masculina, mejor actor de reparto, secundario, de cuadro, de voz y protagonista; la Biznaga de Plata al mejor actor, premio Ondas en el mismo rubro, premio Actor Mexicano del Año, el Toulouse Cinespaña, el premio ACE... la apabullante carrera de Giménez Cacho nos deja sin aliento.
Su currículum cuenta con más de 150 películas, más de 10 obras de teatro, 16 series de televisión. Entre sus directores se cuentan Ludwig Margules, John Malkovich y Arturo Ripstein, quienes siguen reconociéndolo como el mejor.
¿De dónde le viene a Daniel tanto talento? Quizá lo heredó de sus padres, Luis y Julia, la pintora que conocí gracias a Elena Urrutia. Entonces, Daniel era un jovencito y jamás sospechó que lo vería años más tarde dándole de comer en Puebla a un niño recalcitrante, su hijo, a quien tenía que contarle un cuento por cada cucharada de sopa.
A Daniel lo admiré en 1991 en dos películas Sólo con tu pareja y Cabeza de Vaca. También en 2008 lo vi en Arráncame la vida, y en 2012 en El Santos contra la Tetona Mendoza, pero la actuación que más me impresionó fue la de Colosio: el asesinato; por eso le pregunto:
–Tú que eres un actor que ha hecho todo, ¿crees que la tragedia de Colosio: el asesinato sirvió para aclarar el crimen?
–Creo que ya va a ser muy difícil saber la verdad, porque la película resumió todo lo que sí se sabe: el culpable fue el gobierno. Todo lo que se presenta en la película consta en el expediente.
–Seguramente hay algo que se esconde…
–Algo que no se dice en la película es la cantidad de muertos relacionados con el caso; más de 18 ejecuciones ligadas con la investigación. Desgraciadamente, no vamos a saber quién fue. Lo que sí podemos saber, con toda certeza, es que fue el sistema; cuando digo sistema
incluyo al crimen organizado, que es y ha sido parte del sistema.
–¿Crees que podría volver a suceder algo semejante?
–Yo creo que sí, porque algunas de las fuerzas que lo causaron siguen activas. Quizá ya no exista el monopolio del poder, pero sigue habiendo intereses muy grandes que mueven al país, y cuando te les atraviesas –incluyo al crimen organizado– corres el riesgo de que te maten.
–Entonces, ¿lo de Colosio podría volver a enfermarnos?
–¡Uy, es una pregunta extremadamente compleja que me rebasa, pero pienso que la ciudadanía y la autoridad tienen que seguir el camino, que trabajemos juntos… y no veo que estemos encaminándonos hacia allá! Para buscar la verdad se requieren mecanismos extraordinarios: restablecer la confianza de la ciudadanía en los aparatos de justicia. Hay proyectos y hay modelos que han funcionado en otros países víctimas de tragedias tan grandes como la nuestra. Los expertos los llaman: modelos de justicia transicional
, en los que rigen tribunales extraordinarios, comisiones de la verdad, observación internacional.
“Así, a lo largo de los años, se empieza a establecer una verdad y, a partir de ella, se restablece la confianza en los aparatos de justicia. Ahora tenemos una gran desconfianza de la policía, de nuevos mecanismos, como el de la Guardia Nacional, porque seguimos viendo de qué manera el crimen organizado está muy involucrado en los ministerios públicos, en las fiscalías…”
–Daniel, puesto que la vida es un escenario en el que nos movemos todos, mejor hablemos del teatro. ¿Con qué director de cine te has sentido mejor?
–Es difícil decirlo, porque aprendes hasta cuando no estás muy a gusto. El director puede ponerte en una situación difícil que te obliga a hacer lo que no harías con quien te sientes más a gusto.
–Tienes fama de ser muy creativo y muy propositivo…
–Sí, pero hay directores que no te dan esa posibilidad.
–¿Eres muy obediente?
–Soy muy disciplinado. Si voy a trabajar con un director, entiendo que soy parte de su sueño, su visión personal y me sintonizo. Cuando Alfonso Cuarón y yo éramos más jóvenes hicimos Sólo con tu pareja, como dos compañeros. Con Pedro Almodóvar me di cuenta de que era muy difícil proponer algo, porque sus sueños son extremadamente personales y es imposible sintonizarte con él. Tendrías que conocerlo a fondo para convertirte en el vehículo de su imaginación y de su creatividad. Un director es una montaña y tú eres un lago en el que se refleja la montaña.
–¿Tú nunca pensaste vivir en España, puesto que naciste allá?
–Sí, de hecho, nos fuimos toda la familia para allá. Al ser hijo de español, tenía esa fantasía o ilusión, pero al año hice crisis. España me sirvió para darme cuenta de que yo soy mexicano. Como actor, podía representar a un español, pero no lo era. Al principio traté de ser español
, pero entré en una esquizofrenia y en un malestar bastante fuerte hasta que les grité a todos en el set: Soy mexicano
.
–Esa declaración es muy importante.
–Soy mexicano, y como mexicano puedo representar a un español, pero mi identidad es mexicana… A los dos años de vivir en España empecé a tener trabajo; a mi esposa, Maya Goded, empezó a irle bastante bien, pero dijimos: Regresemos a México, donde la vida sí está pasando
. En España teníamos la sensación de vivir en una burbuja económica y ni Maya ni yo logramos engancharnos.
–De tus obras de teatro, ¿fue Hamlet el personaje que más te marcó?
–Efectivamente, Hamlet, que dirigió Juan José Gurrola, me enseñó muchas cosas; me di cuenta de que podía llegar muy ilusionado con mis ideas, pero, hiciera lo que hiciera, siempre pasaba algo que me superaba. Concluí que Hamlet es una obra que lleva 500 años de representarse y con una carga de energía tan grande que lo único que puedo hacer es ser un vehículo. La obra me trasciende, más allá de si le echo ganas o no.
“ Hamlet me hizo pensar mucho en la vanidad. ¿Cómo puede uno creer que uno es Hamlet e ignorar que a través de uno pasa la memoria misma de la humanidad y que la historia no depende de uno sino del texto?
“A veces uno cree que actuar es representar lo que uno es. Por suerte, tuve a Juan José Gurrola, el maestro más importante en mi vida… Él sabía lo que hay en el fondo de Hamlet. En el escenario, cuando estaba yo en plena crisis, Gurrola me dijo: ‘Ya, ya, no te estés angustiando, tú deja que el universo maneje el camión’.”