Nueva York., Con pocos grandes nombres, prácticamente sin público y en una ciudad medio desierta, la Semana de la Moda de Nueva York, que se inauguró ayer, muestra que no se rinde y tiende una mano a los diseñadores estadunidenses en medio de una crisis inédita.

Que nadie se moleste en buscar los nombres de Michael Kors, Tommy Hilfiger o Ralph Lauren, habituales pesos pesados del calendario, pues no estarán presentes en esta jornada, que concluirá el miércoles.

Deseosos de vender parte de la mercancía que se les ha acumulado desde el comienzo de la pandemia y muchas veces afectados por una cadena de producción que se enlenteció en medio de la curentena, los grandes diseñadores presentarán sus colecciones luego, fuera del usual calendario de la moda.

El único gigante de la moda que acudirá a la cita es Tom Ford, que presentará su colección virtual para la clausura.

Su presencia es símbolo de la voluntad del sindicato estadunidense de la moda, del que es presidente, de apoyar a los diseñadores de todo tipo, algunos al borde del precipicio.

Históricamente los diseñadores estadunidenses de alta gama se han apoyado mucho en las tiendas departamentales, que ya estaban sufriendo complicaciones y que han caído una tras otra en medio de la pandemia, desde Barneys a Lord & Taylor o Neiman Marcus.

Los desfiles con público casi desaparecieron de esta edición, salvo raras excepciones, entre ellas el de Jason Wu en la apertura de la noche del domingo o el de Rebecca Minkoff, el martes.