Morena, estrambótica elección
// Sin producción ideológica // PML y MD, facciones en adelanto // ¿Y si ganadores
renuncian?
la sobrexcitación de la derecha mexicana, con el Frente Nacional Anti-AMLO (Frena) como acelerante programado, no ha correspondido la activación ideológica de Morena o de la llamada Cuarta Transformación. Pocas son las voces, algunas de ellas en exposición frecuente y con pocas variaciones en la partitura intelectual, que desde el obradorismo estén saltando a la confrontación de ideas con el derechismo reaccionario que no necesita más que un discurso sumamente básico, pleno de exageraciones y sembrador de clichés sobre comunismo y dictaduras.
En realidad, la defensa ideológica del obradorismo la está realizando el propio objeto y sujeto de la discusión: el Presidente de la República, sin solistas ni coro que se suban al estrado mañanero porque todo hace suponer que el director de la orquesta cree que su voz ante periodistas es suficiente. Tal sobrexposición andresina genera de manera natural el desgaste del expositor virtualmente único y el constante riesgo de cometer errores, hasta por simple probabilidad estadística.
En todo caso, el partido en el poder debería ser el espadachín de la causa, el semillero de voces y escritos que alumbraran el camino a los propios y eficazmente combatieran en términos políticos e ideológicos a los contrarios. Pero el partido Morena está enfrascado en una estrambótica pelea interna que le podría significar más divisiones e insustancialidad.
Sea cual sea el resultado, quien gane la presidencia de Morena tendrá una afectación a causa de dos factores de ilegitimidad: no lo habrán electo sus bases, ni directa ni indirectamente, sino a través de dos baterías de encuestas a público abierto (aunque en la primera tanda se habría preguntado al encuestado si es simpatizante o militante de Morena).
Y, desde ahora, los dos personajes previstamente mejor posicionados para la segunda y definitiva encuesta, Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo, encarnan de manera explícita adscripciones facciosas a nombre, respectivamente, del canciller Marcelo Ebrard y la gobernadora capitalina Claudia Sheinbaum.
Cierto es que muchos alegatos de circunstancia puede hacer un candidato en desventaja, como lo es Porfirio Muñoz Ledo ante el hombre siempre del dinero, como ha sido y es Mario Delgado, pero lo dicho ayer por el longevo pluripartidista en una sesión virtual con morenistas de Puebla y Morelos parece provenir de un análisis frío más que de un arrebato de campaña: ¿Qué pasaría si ellos ganan? Pues ya va a ser presidente Marcelo. Pues ya va a estar pelas, políticamente, el Presidente. ¿Me entienden? Será su fin anticipado; le van a hacer un sexenio corto, de tres años (...) Ellos tienen intereses personales (...) A ellos no les importa Morena
.
Las reyertas internas subirán de tono a la luz de las candidaturas a designar para los cargos de representación popular a elegirse en 2021. Ebrardistas contra claudistas, con el monrealismo al acecho y otros ismos nacionales y regionales por subirse al ring político.
Acaso un acto de supremo sacrificio político podría evitar ese destino de facciones excluyentes si los ganadores de la presidencia y la secretaría general de Morena (ya cumplidas las órdenes del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral federal), y los correspondientes relevos conforme a estatutos, llegaran a renunciar a sus volatilizados cargos y abrieran el camino a acuerdos internos, que evitaran reincidir en Morena como mera oficina de procesamientos electoreros y permitiera a este partido convertirse en una fuerza de organización política y de debate ideológico a la altura del momento que vive la nación.
Y, mientras Palacio Nacional, el gobierno capitalino, Morena y la llamada 4T siguen sin entender y atender el movimiento feminista que, más allá de los desahogos y expresiones de violencia, son mucho más cercanos a la izquierda que a la derecha, ¡hasta mañana!
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