Joaquín Salvador Lavado falleció a los 88 años de edad
Jueves 1º de octubre de 2020, p. 3
Buenos Aires. El caricaturista argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido universalmente como Quino, autor de la chica más ácida y puntillosa de las historietas, Mafalda, falleció este miércoles a los 88 años, informó en redes sociales su editor, Daniel Divinsky.
“Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y en el mundo, lo llorará”, escribió Daniel Divinsky, director de Ediciones de la Flor. Como en un acto reflejo, Internet se llenó de lágrimas y dibujos en honor al autor de los más agudos cartones sobre política, arte, conflictos sociales, infancia y sobre la vida misma que le tocó presenciar y describir con humor.
Quino solía pasar la mitad del año en España y la otra en Argentina. Al momento de su muerte se encontraba en la localidad de Luján de Cuyo, provincia de Mendoza, según la prensa local.
Sufría problemas de salud y un paulatino deterioro desde hace tiempo. En los años recientes padeció glaucoma que le afectó seriamente la visión. De acuerdo con algunos medios mendocinos, tuvo un accidente cerebrovascular y, a pesar de que los médicos lograron estabilizarlo, su estado se complicó.
La víspera se habían cumplido 56 años de la primera publicación de Mafalda, que se llevó a cabo en la revista Primera Plana.
El dibujante no tuvo hijos. Estuvo casado desde 1960 con Alicia Colombo, quien falleció en 2017.
Hijo de andaluces, Quino nació el 17 de julio de 1932. A los 13 años ingresó al colegio de Bellas Artes en Mendoza, pero pronto se sintió cansado de dibujar ánforas y yesos
, y volcó su genio en la historieta, en una primera etapa sin utilizar palabras.
A los 18 años publicó su primera viñeta en Buenos Aires, pero fue a la edad de 30 cuando del trazo de su lápiz nació Mafalda, la niña que odia la sopa, concebida por encargo para una publicidad de electrodomésticos en 1963.
Ese mismo año, siendo un autor poco conocido fuera de un círculo reducido de cultores del género, publicó en Buenos Aires un libro de humor gráfico llamado Mundo Quino. Los personajes eran normales y corrientes: niños, amas de casa, empleados explotados por sus jefes, víctimas del absurdo, el autoritarismo y sus propias limitaciones. Cada chiste gráfico era una pequeña historia, a veces de una tristeza desgarradora.
Como declaró el humorista y crítico Miguel Brascó en el prólogo de esa publicación: “Quino dibuja pequeños y patéticos poemas sobre la especie humana”.
Poco después, se consolidó su lápiz en el humor sutil, cargado de crítica social, con las tiras de Mafalda y sus amigos Susanita, Miguelito, Manolito, Felipe y Libertad, que se publicaron desde 1964 hasta 1973.
Fueron esos los únicos personajes permanentes que dibujó y por los que ganó fama en el mundo. Una escultura de Mafalda y sus compañeros lo honra de manera permanente en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires.
En 1976, año del último golpe militar en Argentina, el autor se trasladó a Milán, Italia, y continuó produciendo humor gráfico que se reunió en colecciones de libros.
De ese año son Yo que usted y ¡No me grite!, editados en México y Portugal. Otras recopilaciones son Ni arte ni parte (1981), Gente en su sitio (1986), Potentes, prepotentes e impotentes (1989), Yo no fui (1994), La aventura de comer (2007) y ¿Quién anda ahí? (2012).
Quino fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias en 2014 y también fue condecorado con la Legión de Honor de Francia.
Este miércoles, la Real Academia Española habló de su legado: “Nos ha dejado Quino, creador de la inolvidable Mafalda y uno de los dibujantes en español más internacionales. Sus agudas palabras viajaron a ambos del Atlántico gracias a sus viñetas y su peculiar sentido del humor”, escribió la institución en redes sociales.
En sus caricaturas siempre reivindicó la libertad, muchas veces ironizó sobre la explotación laboral y también hizo humor con el sicoanálisis, entre muchos temas.
De las última veces que se le vio en público fue en enero de 2015 en un acto en Buenos Aires para repudiar el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo.
“Mafalda hubiera tenido una terrible pena por el atentado”, dijo entonces Quino, quien se dejó ver en silla de ruedas y con un cartel con la leyenda: “Yo soy Charlie”.
En 2017, una multitud se volcó en afecto sobre Quino durante una presentación de su Mafalda en versión guaraní, organizada por la embajada paraguaya en Buenos Aires. Era la primera vez que su ingeniosa niña hablaba en una lengua originaria y él estaba feliz, aunque su salud ya se encontraba algo débil. El jefe de gabinete del gobierno argentino, Santiago Cafiero, lamentó ayer la muerte de Quino en sus redes sociales y escribió: Tu inmensa obra estará siempre presente en la historia argentina y en la memoria colectiva de quienes la disfrutamos. Hasta siempre, maestro
.
Decenas de personas acudieron a la escultura de Mafalda en el barrio de San Telmo para rendirle tributo a Quino dejándole flores. Hasta el cierre de esta edición no se informaba cómo será el funeral.