Martes 24 de noviembre de 2020, p. 7
El poeta peruano Javier Heraud (1942-1963) fue asesinado el 15 de mayo de 1963, cuando apenas tenía 21 años. Integrante del Ejército de Liberación de los Pueblos, junto con seis de sus compañeros, fue ultimado por policías y civiles en Puerto Maldonado.
Se interesó por la literatura, especialmente por la poesía, lo que lo llevó a preocuparse por la situación de su país y el mundo, así como a involucrarse en hechos relevantes en la historia latinoamericana como la Revolución Cubana.
Casi 60 años después de su asesinato, el cineasta peruano Eduardo Guillot Meave recupera la figura del joven poeta en la película La pasión de Javier, que se presentará el 26 y 27 de noviembre en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG).
En entrevista, Guillot Meave –también director de Caiga quien caiga (2018), entre otras– cuenta los motivos para hacer esta cinta y la relevancia de la obra de Heraud en la actualidad peruana.
–¿Cómo surgió la película?
–Siempre me pregunté por qué no se había hecho algo de un poeta peruano como Javier, de clase media, y que a partir de los 14 años comenzó a descubrir la literatura. Investigué la historia de cómo un muchacho tan joven se vuelve guerrillero. El gran conflicto de la película es que el padre de Javier quería que éste fuera abogado, pero él no. Javier amaba la literatura, la poesía. Hablé con sus amigos, familiares y ex compañeros de guerrilla para encontrar el hilo conductor de la película.
–¿Qué tan relevante es Javier Heraud para las nuevas generaciones de peruanos?
–Quizá no se le ha reconocido tanto porque muere muy joven. Se le consideraba un poeta maduro para la edad que tenía. Es un poeta de culto. Tiene el estigma de haber estado en la guerrilla y la derecha hoy lo califica de terrorista
; antes decían que era un chico que cometió el error de meterse a los movimientos armados, pero no hay un análisis de fondo del contexto social de los años 60 en Perú ni de cómo él se desarrolló en ese contexto.
–¿Qué tanto se estudia su poesía en las escuelas?
–Hace algunos años, más. Muchos recuerdan que en la secundaria lo leyeron. Si seguimos hablando de Heraud es porque de alguna manera sigue vivo, aunque la derecha extrema se niega a reconocerlo y esto tiene que ver un poco con el paso de Sendero Luminoso –que tampoco ha sido completamente comprendido– y con los años de violencia en el país.
–Entiendo que Mario Vargas Llosa y Javier Heraud fueron cercanos cuando eran jóvenes. ¿Usted pudo hablar con Vargas Llosa de la película?
–No. Mario Vargas Llosa nunca quiso hablar. Le envié la película porque tengo amigas cercanas que lo conocen. No me hizo ningún comentario. Es como que hubiera borrado de un plumazo la cercanía con Heraud. He visto las cartas que intercambiaron. Había un reconocimiento mutuo. Vargas Llosa fue muy solidario con Javier, pero con el tiempo, aparentemente, el viraje político que ha tenido quizá le impidió recordarlo.
–¿Cómo fue la selección de poemas que usted hizo para este largometraje?
–La decisión tiene que ver con la narrativa de la historia. Utilicé los versos que proyectaban el viaje al que Javier se dirigía que, para mí, es hacia la muerte.