Sábado 28 de noviembre de 2020, p. 30
Ginebra. Más de 43 mil etíopes, casi la mitad niños, han cruzado hacia la vecina Sudán desde que estalló a inicios de noviembre el conflicto entre el ejército de Etiopía y las fuerzas del Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés), según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
El Acnur, junto con la comisión sudanesa para los refugiados, las autoridades locales y otras organizaciones humanitarias, se moviliza para ofrecer asistencia a estos refugiados en medio de complejos desafíos logísticos
, precisó ayer Babar Baloch, vocera de la agencia de la Organización de Naciones Unidas, en conferencia de prensa desde Ginebra.
De los 43 mil refugiados que han cruzado la frontera, la mayoría lo han hecho por Hamdayet. El Acnur ha ayudado a reubicar a casi 10 mil en el nuevo campo de Um Rakuba, situado a 70 kilómetros de la frontera, informó Baloch.
Ayer llegó a Jartum un avión de Acnur con 32 toneladas de ayuda y se prevé que el lunes haga un envío más con otras 100 toneladas sacadas desde su almacén en Dubai. La Acnur sigue preocupada mientras continúa empeorando la situación humanitaria en Tigray, y también por los desplazados y unos 96 mil refugiados eritreos que se quedarán sin comida el lunes si los suministros no llegan
, alertó Baloch.
La población seguía abandonando ayer la asediada capital de la región de Tigray, en el norte de Etiopía, por temor a un inminente asalto, pues el jueves el primer ministro, Abiy Ahmed, dijo que el ejército recibió la orden de avanzar para la fase final
de una ofensiva que busca detener a los líderes regionales del TPLF.
Según los reportes, los enfrentamientos seguían librándose en las inmediaciones de Mekele, una ciudad densamente poblada de medio millón de habitantes, a quienes el gobierno federal avisó que no habría piedad
si no se alejaban a tiempo de sus líderes.
En esta urbe se concentrará la fase final de la operación. La comunidad internacional, preocupada por la situación de los civiles en Mekele, ha presionado al primer ministro etíope, pero éste ha rechazado cualquier injerencia en los asuntos internos
en el país.
Abiy Ahmed reafirmó ayer que su deber es mantener el orden
en Etiopía al término de una reunión sobre el conflicto en Tigray con enviados de la Unión Africana, que han pedido el cese de hostilidades en Etiopía.
El 4 de noviembre, las autoridades de Etiopía lanzaron una operación militar en Tigray, tras acusar al FLPT, el partido gobernante en la región, de haber atacado dos bases del ejército federal. El frente negó el ataque y acusó a Adís Abeba de inventar un pretexto para la intervención militar.