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Bajo la lupa

El globalista Tony Blair sacude el espectro del bioterrorismo por el Islam radical

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▲ La estatua de la Libertad brilla cerca del tributo de luz, como parte de la conmemoración por el 20 aniversario de los ataques terroristas en la ciudad de Nueva York.Foto Afp
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ntre la caótica derrota militar en Afganistán y el 20 aniversario del 11-S, Estados Unidos –y por extensión la anglosfera: en particular la monarquía neoliberal globalista de Gran Bretaña, otrora máxima potencia colonial durante varios siglos–, el ex primer globalista Tony Blair (TB) no asimila aún la decadencia de su Occidente, a lo que se han adaptado mejor Alemania y Francia.

TB, que invoca el orden neoliberal global bajo la férula supremacista anglosajona y quien participó con Baby Bush en las cataclísmicas aventuras en Afganistán e Irak –bajo el motivo del combate al terrorismo islámico de Al Qaeda–, no sale de su estupor debido a la evacuación del ejército de Estados Unidos –y por extensión de la OTAN– negociada por Trump con los talibanes en Qatar y pésimamente implementada por Biden.

El globalista TB, quien también intenta monopolizar la agenda farmacéutica de las vacunas vía GAVI (https://bit.ly/2YD094n), libró lo que parece el último canto del canario en las minas anglosajonas en el relevante think tank Royal United Services Institute for Defence and Security Studies (https://bit.ly/3k4CRgk).

Su conferencia se basó en la desastrosa cuan obsoleta doctrina de R2P (Responsabilidad para Proteger) –que encubre el injerencismo globalista de reingeniería multidimensional bajo el disfraz de los derechos humanos que no aplican en Estados Unidos ni Gran Bretaña– con el fin de operar su cambio (sic) global que subsume una vulgar aplicación de la fracasada globalización neoliberal financierista.

La desesperación de TB quedó manifiesta por sus imprecaciones de corte psiquiátrico, a grado tal que calificó de imbécil (¡megasic!) la correcta evacuación de Estados Unidos –aunque muy mal ejecutada.

Con el Brexit a cuestas y una pandemia que no han podido detener, sumada con el fracaso de su vacuna global AstraZeneca –que no ha sido aprobada aún por Estados Unidos–, 20 años más tarde al 11-S, TB insta a más intervenciones militares y ocupaciones de cambio de régimen para imponer su monocultura anglosajona al resto del planeta más plural y ecuménico.

Con un pie en su debacle geoestratégica con su espada de Damocles del 11-S, y otro pie con su errado Covax/GAVI, que encubren su neomaltusianismo multifactorial, TB mueve ahora su nuevo espantapájaros del bioterrorismo ahora por la vía del Islam radicalque, naturalmente, diferencia obscenamente de sus socios petromonárquicos del Golfo Pérsico (https://bit.ly/3z3pjps) y (https://bit.ly/3A8fqIy).

¿La dupla anglosajona no ha (per)vivido acaso del caleidoscópico terrorismo islámico que ha prohijado hasta la fecha?

Su ominosa amenaza se centra ahora en el bioterrorismo del Islam radical y explota desde su nuevo panel farmacológico que el Covid-19 nos ha enseñado sobre sus letales patógenos, por lo que “las posibilidades del bioterror pueden parecer como el reino de la ciencia ficción, pero debemos ser prudentes ahora (sic) para prepararnos a su uso potencial por los actores no-estatales”.

Arguye que el Islam radical no puede ser confrontado únicamente por ataques de drones, fuerzas especiales y vigilancia, y critica el derrotismo prevalente en Estados Unidos: la pérdida de la voluntad para combatir, combinada con la incapacidad de pensar estratégicamente (¡megasic!) representa una real amenaza autoimpuesta (¡megasic!), cuando sus imperativos políticos de corto plazo han asfixiado el espacio para el pensamiento a largo plazo. ¡Qué lejos se encuentra el Winston Churchill en Fulton, de hace 75 años, con la mediocridad geoestratégica del cacofónico locuaz TB que no colige que el imperio británico expiró hace mucho ni asimila el retorno geoestratégico de Rusia y el ascenso irreversible de China!

En un webinar del Washington Post sobre el 11-S, TB prosiguió su telenovela sobre Osama Bin Laden y asintió en que el Islam radical, China, Rusia y otros (sic) han adoptado una visión de largo plazo (https://wapo.st/3A5RS74).

El perdedor generacional TB tampoco entiende que su tan temido largo plazo ya llegó y lo alcanzó feamente: la decadencia del mundo anglosajón.

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