Sao Paulo. Unos 33.1 millones de personas pasan hambre en Brasil, 73 por ciento más que en 2020, mientras más de la mitad de la población sufre algún tipo de inseguridad alimentaria, reveló una encuesta de la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Rede Penssan), cuyos resultados se difundieron ayer.

El número de domicilios con habitantes que pasan hambre saltó de 9 por ciento (19.1 millones de personas) a 15.5 por ciento (33.1 millones), indica el sondeo con datos recolectados entre noviembre de 2021 y abril de 2022.

“Más de la mitad de la población del país –125.2 millones de personas– convive con algún grado de inseguridad alimentaria”, es decir, que no tiene certeza de si tendrá qué comer en un futuro próximo, precisa el reporte.

Esto es consecuencia del desmonte de políticas sociales, la crisis económica, el aumento de la desigualdad y el segundo año de la pandemia de covid-19, considera el texto.

El gobierno de Jair Bolsonaro, quien buscará la relección en octubre, incrementó la ayuda del programa Auxilio Brasil para personas vulnerables a un promedio de 500 reales (poco más de 100 dólares), pero ante la inflación, de 12.13 por ciento, esta cantidad es insuficiente.

Según el estudio, la inseguridad alimentaria moderada y grave creció también en domicilios que recibían el auxilio financiero del gobierno.

Retroceso histórico

Este retroceso histórico, según los investigadores, se observa a diario con personas en busca de comida en la basura.

Si bien la mayoría de los hogares en áreas rurales (60 por ciento) sufre inseguridad alimentaria, el informe señala que el número de personas con hambre en zonas urbanas –27.4 millones–, es aterrador.

El hambre se duplicó en las familias con niños menores de 10 años al pasar de 9.4 por ciento, en 2020, a 18.1 por ciento en 2022.

Además, la población negra o mestiza es más afectada que la blanca, con 18.1 por ciento de los hogares con hambre, contra 10.6 por ciento.

Igualmente, padecen más hambre y peor deterioro los hogares comandados por mujeres (19.3 por ciento) respecto de los hombres (11.9 por ciento).

Desde el punto de vista regional, la situación es peor en el norte y noreste del país, concluye la red.