ahí me crecieron alas y busqué otros caminos
El pintor compartió exposición con Roger von Gunten // En noviembre exhibirá dibujos en la Casa de Cultura de Teloloapan, en Guerrero
Lunes 22 de agosto de 2022, p. 8
El estudio del pintor Armando Brito se inunda de aires sonoros, algo que disfruta, aunque a veces siente que las imágenes pasan demasiado rápido por su cabeza, sin contar con el tiempo suficiente para trabajarlas.
Me da mucha alegría pintar sabiendo que en algún momento oiré música
, expresa Brito (Cuernavaca, 1956). Son ocho o nueve horas de luz natural, y cuando termina hay que esperar hasta el día siguiente
.
En algún momento dibujó mucho de noche con tinta: Hay color, sin embargo, no de la misma manera que cuando estás frente a la tela con la luz del día. El sol cambia los tonos y uno trabaja con más confianza
.
Brito, pintor que cultiva una figuración expresionista, compartió la exposición Dos ejes del ver, en la galería Oscar Román, junto con Roger von Gunten, no sólo su colega, sino también su mentor. Además de que en noviembre Brito expondrá dibujos en la Casa de Cultura de Teloloapan, Guerrero, región de donde es su familia; para el año entrante hay una propuesta del galerista Noel Cayetano de que Brito y Von Gunten expongan en el Museo de los Pintores Oaxaqueños.
El entrevistado conoció a Von Gunten al principio de su carrera, en una clase de yoga en Cuernavaca. Su amistad se volvió epistolar cuando Brito se fue a vivir 12 años a Estados Unidos. Las veces que regresaba a México iba a su taller, en Tepoztlán.
–¿Qué admira de Von Gunten?
–La disciplina, el gusto por el oficio y la ética por la pintura. Una manera que me es importante sobre todo en estos tiempos en que hay mucho gusto por hacer imágenes; sin embargo, no se cuestiona cómo aparecen en la tela o el papel, si viene de un rigor, de la mirada del ver. Este gusto, creo, lo adquirí con Roger. El gusto por trabajar, por el oficio, por dedicarle mucho tiempo al estudio del color, por ejemplo.
Crear despreocupado
El empleo del color es una característica de la obra de Brito; sin embargo, de unos años para acá he aprendido que se pueden manejar diferentes paletas, texturas y líneas
. Agrega: “cuando estoy en una tela me doy cuenta de que en este espacio pictórico puedo ir y venir por donde quiera. No tengo esa preocupación que se puede dar cuando haces, por ejemplo, un diseño y tienes que buscar la manera en que quede bien, o sea, ‘muy estético’. La pintura es un campo completamente diferente, que resuelves de muchas maneras”.
Al terminar la educación primaria hubo necesidad de apoyar la economía familiar. A Brito nunca le llamaron la atención talleres como los de carpintería o para aprender a pintar autos. Un hermano, que después se volvió diseñador, en algún momento hizo rótulos. Un día lo fueron a buscar y como no lo encontraron le pidieron al joven Armando hacerlos. Al realizarlos sentí una alegría inmensa de tener el pincel con color y crear algo en una pared. A partir de allí me crecieron alas y busqué otros caminos
.
Autodidacta, Brito asegura que su educación ha sido un poco por apropiación
. Al salir de la preparatoria su intención era estudiar arquitectura, carrera que entonces se consideraba cara
. Su sueño máximo
era tener un cuarto con una mesita, muchos libros, papeles y lápices para dibujar
. Ese sueño lo hizo practicar el dibujo de manera muy personal.
Ya casado, Brito se fue a vivir 12 años a Estados Unidos, donde empezó a visitar los museos y ver pintura. Le llamó mucho la atención la Colección Barnes, en la ciudad de Filadelfia, en la que descubrió al artista de origen ruso Chaim Soutine, a quien admira. Empecé a mezclar mis vivencias visuales al mirar todas estas pinturas en los museos. En el ir y venir entre México y Estados Unidos comencé a tener un aprendizaje que me abrió geográficamente la imaginación hacia otros terrenos
.
Sobre su forma de pintar dice: “Cuando empiezo a pintar un cuadro, parto de algún recuerdo y comienzo a poner el color. Puede ser azul o un ocre. Hago muchos dibujos previos. Voy creando toda una composición en el cuadro, de tal manera que nunca sé cuándo lo terminaré, aunque sí sé cada día hacia dónde voy, porque el mismo color, los cambios de tono o la luz me van diciendo más o menos cómo debo hacer el cuadro.
Mucho tiene que ver con la imaginación, con aquello que extraño a veces, que no puedo ver, sobre todo cuando estoy en la ciudad, y que empiezo a tener una efervescencia en mi cabeza de una manera entre lo onírico y la realidad.