Domingo 19 de febrero de 2023, p. 7
Capim Branco. Orgullosa, Regina Coeli se engalana con una espectacular corona de plumas verdes y naranjas. Se prepara para desfilar en una escola de un pueblo del interior de Brasil, con el material de lujo
que el Carnaval de Río desechó tras un único uso.
Acabados los desfiles en el Sambódromo, cada año miles de disfraces confeccionados durante meses por las escuelas de samba son abandonados a la salida. A falta de una política oficial de reciclaje, oportunistas, vendedores y modestas agrupaciones aprovechan y se lanzan a la caza de adornos y vestidos.
La escola de Coeli, en Capim Branco, a 500 kilómetros al noroeste de Río de Janeiro, fue pionera cuando hace una década viajaron por primera vez hasta la meca del carnaval y llenaron su furgoneta con prendas descartadas, aseguró su presidenta, Maria Lúcia de Souza.
Lo reutilizan todo: algunos disfraces se pueden usar enteros, los que no los desarmamos, lavamos las telas, retiramos las piedras y hacemos otros disfraces
, explicó esta profesora jubilada, de 75 años, en el galpón de su casa convertido en un bullicioso taller.
Capim Branco, con 10 mil habitantes, celebrará el carnaval hoy y mañana, con unos 150 participantes –frente a 30 mil en el Sambódromo–, pero con 80 por ciento del material reciclado de Río.
Coeli, de 59 años, se prueba un suntuoso disfraz a tono con su corona, marcado por el naranja y el dorado y los flecos que dan vuelo a una capa de unos dos metros de anchura.
Es el lujo de la basura
, afirmó la profesora de arte, empleando un juego de palabras en portugués: O luxo do lixo. Todo está hecho con tanto esmero (...) El resultado es sensacional ¡No deja nada que desear!
, agregó.
Valor inestimable
Entre costureros, maquillistas y ayudantes de diversos oficios, unos 15 voluntarios protagonizan el trajín del taller, que este año vuelve a funcionar a todo motor después de que el alcalde de Capim Branco suspendiera los desfiles en 2017.
En medio de este regocijo visual, destaca una espléndida máscara plateada con onerosas plumas naturales o un vestido rosa abombado adornado con deslumbrantes banderolas.
Estos disfraces tienen un valor inestimable para nosotros y para el medio ambiente también porque aprovechamos y reaprovechamos
, explicó la presidenta de la escola ESUCAB, de Capim Branco.
Aunque las grandes escuelas de samba de Río recuperan parte de su trabajo, es difícil controlar que todas las prendas vuelvan a sus galpones. Lo que acaba en la calle tras el desfile es recuperado por terceros o se lo llevan los basureros junto a las montañas de latas, botellas y otros desperdicios que genera la fiesta.
El primer año que fuimos al Sambódromo, vimos un camión de la basura que directamente trituraba los disfraces
, recordó Souza.
El método de su equipo es simple: “llegamos, ponemos una lona en el suelo y en un muro escribimos ‘La escuela de samba de Capim Branco agradece su donación’”.
Aunque los desfiles en el Sambódromo están integrados por miles de miembros de las escolas que ensayan rigurosamente todo el año, también es posible participar en el delirio carnavalesco pagando alrededor de 500 dólares.
Nos dirigimos sobre todo a los extranjeros, que no pueden llevarse a casa
los voluminosos disfraces, dijo Souza.
Una de las escolas históricas de Río, Viradouro, explicó que los disfraces recuperados son reaprovechados
y los que no, son donados a escuelas de samba menores.
El carnaval en Brasil genera 3 mil 500 toneladas de residuos en las principales ciudades, incluida Río, según la Fundación Retornar, que llama a reducir el plástico y a reutilizar los disfraces y materiales de las carrozas
, en un país donde sólo 4 por ciento de los residuos sólidos son reciclados
.
Este año, los organizadores en Río lanzaron una ambiciosa operación de reciclaje con el objetivo de convertir la fiesta del Sambódromo en “uno de los mayores eventos ‘cero residuos’ del planeta”.