e acuerdo con las encuestas de salida, los conteos rápidos y los programas de resultados preliminares, Delfina Gómez, postulada por la coalición gobernante en el ámbito nacional,ganó la gubernatura del estado de México, en tanto que en Coahuila el priísta Manolo Jiménez se impuso por un amplio margen al morenista Armando Guadiana.
Sin duda, el hecho más relevante de la jornada electoral, y el de mayor impacto para la vida política del país, es la derrota del priísmo en su más importante y emblemático bastión, el estado de México, al que gobernó ininterrumpidamente durante casi un siglo.
De esta forma, lo que resta de la vieja aplanadora priísta se queda únicamente con dos gobiernos estatales –Coahuila y Durango– y pierde la entidad más poblada del país, la cual tiene además un peso enorme por su economía y su infraestructura y por el hecho de albergar a buena parte de la mayor megalópolis de América Latina. En otro sentido, el fracaso de Alejandra del Moral, la candidata priísta que fue formalmente cuerpeada por las dirigencias panista y perredista, constituye una expresión de la disfuncionalidad de la forzada coalición opositora que busca posicionarse como alternativa de poder en la elección presidencial del año entrante.
Si el llamado Prianrd no fue capaz de articularse para conseguir el triunfo de su abanderada mexiquense, no parece probable que consiga hacerlo para seleccionar una candidatura de unidad para los comicios de 2024, y tampoco de formular una propuesta de país capaz de disputarle al oficialismo el respaldo mayoritario de la población.
Coahuila es, de cierta forma, el reflejo invertido de lo que ocurrió en el Edomex: la desunión a nivel local de la coalición Morena-PT-Verde y la consiguiente atomización de sus votos en tres candidaturas distintas abrieron la puerta a la continuidad priísta. La decisión de Ricardo Mejía Berdeja de inconformarse con el resultado de la encuesta interna de Morena y de buscar su postulación por otro partido prefigura lo que podría ocurrir si alguno de los que aspiran a la postulación presidencial por la formación fundada por Andrés Manuel López Obrador decidiera desconocer el proceso de selección y buscar la Presidencia con la plataforma de otro partido.
Ciertamente, hubo irregularidades y atropellos. A los episodios de compra de votos en el Edomex se sumaron las injustificables detenciones arbitrarias y hasta desapariciones por efectivos policiales estatales y municipales de Coahuila, delitos que deben ser investigados y sancionados conforme a derecho.
Más allá de esos hechos vergonzosos y de los resultados parciales dados a conocer ayer, cuyas implicaciones seguirán siendo analizadas en los días próximos, en la jornada electoral pudo constatarse la concordancia entre los sondeos de preferencias de voto, las encuestas de salida, el conteo rápido y las tendencias que se configuraban en los resultados preliminares.
Esa concordancia muestra que, a pesar de todo, la voluntad popular se vio reflejada en los números arrojados por las actas y las casillas; en esencia, pues, se llevaron a cabo elecciones democráticas, y ese es un hecho que debe saludarse.