acer visibles las luchas populares de todo el mundo, era una especie de obsesión de Hugo Chávez. No era una inspiración de filantropía mesiánica ni una ocurrencia de coyuntura, era resultado de muchas experiencias en batalla que, desde las bases, entendió la impotencia propia y de otros, de luchar aislados y con la solidaridad obstaculizada. Megáfono en mano, agitando conciencias en las plazas públicas y clamando por acciones revolucionarias, en Chávez maduró una forma de la integración internacionalista basada en empoderar al pueblo con herramientas de comunicación. Esa es la semilla que vio crecer a TeleSur hacia la Comunidad Comunicacional Organizada.
Todos los objetivos de Chávez y la Revolución Bolivariana, sin faltar uno solo, encontraron lugar en la agenda la vanguardia mass media llamada TeleSur. Estrategia comunicacional para defenderse y contratacar. Política internacionalista de comunicación directa que prevé un programa semiótico para el desarrollo de lenguajes nuevos, con profesionales de la comunicación internacionalista, programación multicultural, multitemática e interdisciplinaria... lucha de medios, con alcance mundial, armados con ideas no alienadas. Por eso, un grupo de países rápidamente se solidarizó con el plan de Chávez. La integración latinoamericana sólo será posible si despliega herramientas de comunicación porque esa es, no hay duda, una de nuestras más grandes debilidades políticas.
Semejante obsesión se consolidó como política de comunicación internacionalista para enfrentar, cara a cara, la indiferencia, la ignorancia y los planes del imperio para desmoralizarnos, desorganizarnos y desmembrarnos. Desde luego, no resultó fácil ni rápido fijar posición en un escenario de guerra mediática irrestricta, oponiéndole una mirada regional, una política de las diversidades, de periodismo con ética humanista con responsabilidades sociales. Un lugar estratégico y táctico para asegurar un nuevo orden mundial de la comunicación para Un solo mundo con voces múltiples. En la praxis. El pulpo
de monopolios mediáticos que se moviliza por el continente entero tiene una cabeza burguesa histerizada con delirios neofascistas. Ya ha sido denunciada por miles de voces y en todos los tonos, incluido el de Chávez. Estamos en el corazón de una guerra simbólica que el capitalismo financia... aun dentro de nuestras cabezas.
Un desafío en simultáneo se vio desde las primeras horas del plan de integración internacional apoyado con herramientas de comunicación, fue sostener el debate frente al poder monopólico dominante y la construcción de corrientes nuevas, alternativas, comunitarias e independientes. La construcción de una nueva voz que sea clamor de todas las luchas sociales, en tiempo real
, mientras modela rumbos narrativos nuevos, estéticos y comunicacionales. Así, la integración de los pueblos debía hacerse visible en las pantallas ganadas regionalmente para dar lugar a todas las luchas que expresan la voluntad democrática de los pueblos. En las artes, las ciencias, la cultura y la política. Luchas en las ideas tanto como en las fábricas y los cultivos.
No nos equivoquemos. Las mejores ideas suelen padecer las peores agresiones y la integración latinoamericana, y con ella TeleSur, no han sido excepciones. Nada ha sido fácil y la crítica ajena ha sido frecuentemente tan injusta como la crítica endógena de algunos frentes de exquisitos y sectarios. La versión más cruda e inhumana consiste en imponer sanciones económicas que no sólo atentan contra el funcionamiento de los proyectos más trascendentes, sino que afectan los derechos fundamentales de la humanidad, especialmente el derecho a la libre información y comunicación consagradas en gran diversidad de convenciones internacionales y acuerdos diplomáticos. Pero la práctica dice otra cosa y TeleSur padece todas las injusticias oligárquicas.
Hugo Chávez no imaginaba sólo una plataforma televisiva para la integración de los pueblos. Pensó en un sistema mucho más amplio, que incluía la Radio del Sur, la Internet del Sur, el Nuevo Cine de nuestros pueblos, una red autopistas y caminos, una red ferroviaria, marítima y aérea del Sur y una moneda (el sucre) para que la patria grande avanzara en su independencia económica y cultural. Indisociables. Todo para saber que no estamos solos en nuestras batallas, que las hay en todas partes con avances desiguales y combinados, que nos es indispensable la unidad y la multiplicación de las fuerzas y que es imposible desarrollarnos si nos ignoramos. Toda esta tan admirable idea tenía también odios ignotos.
Hoy es crucial defender lo logrado y asegurarnos de perfeccionarlo. TeleSur necesita la participación de todos, no para hacer comparaciones bobas, sino para impulsar las diversidades de las voces propias. Desde luego mejorar todo y ensanchar el lugar para una praxis internacionalista de una revolución de la comunicación contra todo bloqueo, contra la alienación y hacia un nuevo orden de la comunicación y la información. Sin atenuantes y sin eufemismos.
Hablamos de una revolución mundial de la producción de la comunicación capaz de ser nueva por ser colectiva, democrática y revolucionaria. Capaz de aprender a sumar voces y hacer con ellas un relato poderoso contra las mentiras y, principalmente, afianzar un método de producción en el que sea la multipolaridad de los puntos de vista la que construya fortalezas en la lucha unificada por la verdad y contra el capitalismo enemigo común de la especie humana.
De muy poco sirve recordar a Chávez sin recordarlo como un apasionado de la comunicación con quien alguna vez imaginamos, también, la creación de una Universidad Internacional de las Comunicaciones que es hoy una realidad en crecimiento. Recordar a Chávez es indispensable para mantener vivo el programa de transformaciones estructurales y superestructurales con que alimentaba buena parte de sus acciones cotidianas, incluso en foros internacionales, y no como un problema idealista puramente académico
, ni como un tema puramente decorativo
. Él entendía que el de la comunicación hoy es un problema de seguridad nacional y de seguridad internacional. Ignorarlo es un peligro. ¿Qué hacemos?: organizarnos de inmediato.
* Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride. Universidad Nacional de Lanús