Todavía no
a reciente reunión en la ciudad de Yeda que convocó Arabia Saudita, a la que asistieron 42 países, para discutir la fórmula de paz
de Ucrania, sin invitar a la otra parte del conflicto, Rusia, sólo puso de relieve que todos los asistentes coinciden en que restablecer la integridad territorial del país invadido es innegociable como principio toral de la Carta de Naciones Unidas, pero sólo es un aspecto de un problema mucho más amplio que, desde hace 18 meses, cada día causa más muertes y devastación innecesarias.
En realidad, ni Moscú ni Kiev están preparados para sentarse a negociar el fin de esta guerra. Las exigencias de ambos contendientes se reducen a la capitulación incondicional del rival y eso es imposible de lograr mientras se mantenga el actual equilibrio en los campos de batalla, por más que en los últimos días ambos ejércitos hayan empezado a utilizar parte de sus reservas con la idea de anotarse algún éxito –sonado, en la versión propagandística de unos y otros– para que la campaña de verano no se vaya en blanco.
Sin embargo, por poner un caso, que Rusia se aproxime unos kilómetros a la ciudad de Járkov o que Ucrania efectúe más desembarcos en la otra orilla del Dniéper en la región de Jersón, no va a alterar el balance de fuerzas. Ambos aseguran estar dispuestos a negociar y, en la práctica, Moscú sigue exigiendo que Ucrania debe deponer las armas, dejar de recibir armamento de Estados Unidos y sus aliados y reconocer la nueva realidad sobre el terreno
(esto es, admitir que renuncia a 20 por ciento de su territorio con Crimea, Donietsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia en manos rusas).
Mientras, Kiev continúa empecinado en que el invasor retire todas sus tropas de su territorio en las fronteras de 1991, antes del colapso de la Unión Soviética.
De esta manera, Moscú y Kiev quieren empezar por el final y así no habrá forma de detener el derramamiento de sangre, ya que antes de empuñar las armas no fueron capaces de acordar un arreglo político que tomara en cuenta los intereses del otro.
Tarde o temprano, la paz se impondrá a esta locura de la guerra fratricida, cuando uno de los contendientes, por diversas razones que pueden suceder tanto en el lado ruso como en el ucranio, no tenga otra opción que tirar la toalla.
No ha llegado ese momento. Todavía no.