La barbacoa de Evaristo García es famosa en la zona
El sueño empezó con la inversión para 4 ejemplares
Domingo 24 de diciembre de 2023, p. 25
La dificultad para encontrar buenos trabajos de albañilería, porque ya hay mucha competencia
, llevó a Evaristo García Mendoza a buscar una alternativa al oficio al que se dedicó desde muy chico: Tenía 10 años cuando empecé de chalancito y me hice maestro a los 17
, y como también desde chamaco deseaba tener un ranchito
, optó por la crianza de ovinos en la que pondría en práctica conocimientos que aprendió de su padre en el cuidado de los animales y en la cocción de la carne de borrego con la técnica prehispánica de barbacoa en horno de hoyo, estilo Hidalgo.
Hace cinco años comenzó con cinco ejemplares de raza Dorper, que adquirió con aportaciones de varias personas –con las que posteriormente conformaría una empresa cooperativa–, un macho y cuatro hembras que daban un par de crías dos veces al año, todas eran cuateras
.
El primer rebaño llegó a un predio arrendado en la primera tabla de los ejidos de San Francisco Tlaltenco, en Tláhuac, y la carne que preparaban la comenzaron a vender en un patio acondicionado de su domicilio en la calle Laguna del Ensueño, manzana 145, lote 14, de la colonia Ampliación Selene, cerca de la avenida Estanislao Ramírez Ruiz, donde ya es popular los fines de semana entre familias de la zona que acuden por su almuerzo en la barbacoa de los García
, así como la preparación en fiestas y reuniones familiares, incluso para celebrar la Navidad o el Año Nuevo.
Al formalizarse como empresa cooperativa quiso nombrarla rancho dos luceros, por sus dos nietos, pero el nombre ya estaba registrado y al final quedó inscrita como Rancho Joshua, que en realidad tuvo un error, porque su intención era que se llamara Yeshua, que es el nombre de Jesús en hebreo, pero por un malentendido terminó con la acepción anglosajona.
Tras el éxito, un fracaso
A la primera oportunidad, el siguiente año, Evaristo adquirió un predio en la tabla Los Pozos, dentro del mismo ejido de Tlaltenco, que aún pagan, pero que en comparación con la renta para mantener al rebaño significó un ahorro y allí llegaron a tener hasta 65 ejemplares.
Sin embargo, el año pasado enfrentaron una crisis luego de que una jauría de perros ferales abundantes en esas tierras colindantes con el municipio de Valle de Chalco lograron colarse al corral y mataron a más de 30 borregos.
Evaristo entró en una depresión, pero con los demás cooperativistas, tres de ellos familiares: su hijo Jesús Itan, su sobrino Jorge García y su primo Gustavo Solís, al igual que dos vecinos de la colonia, Miguel Ángel Sánchez y Abraham Ortega, a los que se sumaron dos conocidos más, Octavio Reynoso y Abraham Garrido, siguieron con el negocio, que él combinaba con la albañilería.
Para levantarlo otra vez contaron con un apoyo de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo del gobierno capitalino, del programa de Fomento, Constitución y Fortalecimiento de Empresas Sociales y Solidarias, el cual les permitió adquirir un molino, un contenedor de agua de 5 mil litros e insumos para los animales. Con un segundo recurso adquirieron máquinas trasquiladoras, un congelador, una parrilla, tanques de gas y diversos enseres.
En sus planes está ampliar el corral en el que actualmente tienen 24 borregos, un macho de la raza Hampshire y hembras Suffolk, que aunque procrean menos que la Dorper crecen más y proporcionan más carne. En algún momento quiso levantar muros para proteger al rebaño, pero en suelo de conservación está prohibido construir, pese a que en los alrededores abundan edificaciones de ladrillo y cemento, incluso de dos niveles.
En un futuro Evaristo aspira a tener un restaurante donde pueda ofrecer su barbacoa de borrego estilo Hidalgo, donde el enchilado de la carne que aprendió de su padre, quien se llamó igual que él, Evaristo García Patricio, es parte de la preparación para obtener el sabor que aprecian sus clientes.
Cuenta con orgullo que su padre, originario de esa entidad y a quien le decían Bigotes, por su mostacho grande y espeso, fue un caballerango allí en la zona rural de Tláhuac, muy requerido por sus conocimientos de veterinaria, aunque no estudió la profesión se enseñó solito para curar a los animales y ayudarlos a parir cuando traían la cría en mala posición
.
Además, corría caballos y hacía suertes charras, como el paso de la muerte, que consiste en montar a pelo un caballo y saltar a una yegua que corre emparejada, y que una vez hizo en el lienzo charro de San José Tláhuac ante el presidente José López Portillo, yo estaba chiquillo
, pero de allí, asegura, le nació el deseo de tener su ranchito.