l presidente Andrés Manuel López Obrador y el director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), Octavio Romero Oropeza, presentaron los avances en la recuperación de la empresa del Estado y en las perspectivas de alcanzar la soberanía energética. Romero informó que el procesamiento y refinación de hidrocarburos ha aumentado a más del doble de lo que se registraba al inicio del sexenio, al pasar de 519 mil barriles en noviembre de 2018 a un millón 764 mil en 2023. Por su parte, la producción de gasolinas ha pasado de 300 mil barriles diarios en noviembre de 2018 a 655 mil barriles en 2023, y se espera que en 2024 aumente a un millón 46 mil barriles, con lo que se estará muy cerca de la autonomía en este rubro estratégico.
El mandatario enfatizó la importancia de rehabilitar las refinerías que fueron dejadas en completo abandono por las administraciones anteriores, de haber adquirido la planta de Deer Park, Texas, y de la construcción de la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco, la primera instalación de este tipo erigida en el país en cuatro décadas. Como señaló, de haberse proseguido la política entreguista de vender materias primas e importar combustibles procesados, la población tendría que pagar gasolinas a entre 28 y 35 pesos y no a los 22 a 24 que cuesta el litro de la regular. Es una obviedad, pero la desinformación propagada por muchos medios obliga a recordar que las alzas en las gasolinas no sólo afectan a los dueños de automóviles, sino también a quienes usan transporte público y a todos los habitantes, puesto que el precio de los combustibles impacta en el costo del transporte y, por ende, en todas las mercancías.
La recuperación de la empresa más grande del país es significativa en sí misma, por lo que representa para la soberanía nacional, por sus beneficios para las finanzas públicas y, como se mencionó, por mantener el bolsillo de los consumidores relativamente a salvo de los vaivenes en el mercado mundial, pese a la regresiva contrarreforma aprobada por dos de los partidos que hoy integran la coalición denominada Fuerza y Corazón por México. Lo más destacable de este rescate es que se haya logrado pese a la pesada carga de la deuda heredada por los gobernantes neoliberales: como dio a conocer la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), 13.4 de cada 100 pesos que ingresa el gobierno federal se tienen que destinar al pago de intereses de la deuda pública, lo cual supone un lastre a las finanzas del Estado y a su capacidad de desplegar políticas que favorezcan a la población. Debe remarcarse que se trata de un mal con el que el gobierno de López Obrador debe lidiar sin haberlo causado: en lo que va del actual sexenio la deuda pública como porcentaje del PIB ha crecido 3 por ciento, mientras en los primeros cinco años del calderonato se disparó en 78 por ciento, y en el mismo periodo del peñato subió 44 por ciento.
En suma, cabe congratularse por el rescate de la compañía que más ha aportado a México en toda su historia, así como reconocer que un avance de semejante relevancia se haya producido pese a las adversidades legadas del periodo neoliberal y a circunstancias fuera del control de las autoridades, como la pandemia de covid-19 y la consecuente crisis global. Sólo queda desear que el siguiente gobierno refuerce y profundice los logros alcanzados, usándolos como impulsores del desarrollo nacional.