o ha sido fácil el salto de la energía contaminante a las actuales alternativas. Como por ejemplo, dejar el uso de fuentes cotidianas, como el de la leña, el queroseno o el carbón. De hecho, no hemos dado el paso definitivo hacia el uso total de la energía de fuentes limpias y firmes.
Nos hemos identificado y acostumbrado a la –hasta el momento– fuente segura de energía como la del gas natural y las gasolinas. No podemos asegurar que la cantidad de automóviles eléctricos en uso están resolviendo el problema del calentamiento global ni la contaminación ambiental en general. Estamos en tránsito hacia esa modalidad de transporte.
La transición energética ha venido sucediendo desde décadas atrás, pero falta lo principal, es decir, el avance consciente de toda la sociedad, en cualquier condición económica que se encuentre, para utilizar otras alternativas ya propuestas.
Volviendo al asunto de los reactores nucleares que, dicho sea de paso, sí es una fuente más limpia que otras, insistimos en lo poco útil que resulta la satanización de esta fuente, aun teniendo información y resultados positivos de su uso.
Como decíamos anteriormente, el rechazo al uso de reactores nucleares o de cualquier otra fuente de energía que no convenga a los intereses de las empresas que fabrican equipos o diseñan programas para generar energía limpia, obstaculizan las posibilidades de una sustitución paulatina de energéticos tóxicos por otros menos contaminantes.
La alarma que tuvimos en años pasados, tanto por las calamidades que sufrió la población de varios países generadas por fenómenos climáticos o por accidentes lamentables en algunas centrales nucleares ha motivado a Alemania, entre otras cosas, a que cerrara sus plantas nucleares anteriores a 1980 para reiniciar o aumentar el uso del carbón y resolver, aun contaminando, sus necesidades y enfrentar así los inviernos más difíciles que ha sufrido este país y toda Europa en muchos años.
Es en estos casos de urgencia cuando es necesario emplear las fuentes en vía de sustitución, como los hidrocarburos, carbón, etcétera, por aquellas llamadas limpias
: solares, hidroeléctricas, eólicas. Pero éstas dependen del clima. Bajo estas circunstancias la energía nuclear es una opción indicada.
Es en estos momentos cuando los prejuicios hacia la industria nuclear cierran el paso a la solución de problemas que, eventualmente, ponen en riesgo la subsistencia humana.
El gobierno de Francia tiene el compromiso de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) ante los foros ambientalistas internacionales y frente a la exigencia de la sociedad de su propio país. Y así lo está cumpliendo con la utilización de las centrales nucleares.
Nicolas Sarkozy, en su calidad de ministro del Interior francés, ratificó ante el Parlamento la continuidad y estímulo para el desarrollo de su industria nuclear. Como presidente reafirmó en diversos foros el compromiso de continuar desarrollando los reactores nucleares. Más de 70 por ciento de la población apoyó esta propuesta.
Son, hasta la fecha, 56 reactores los que Francia mantiene funcionando, no obstante los largos años de uso. Por otro lado, este país europeo lleva a cabo su programa para actualizarlos y multiplicar sus centrales. De hecho, está desarrollando un proyecto con otro tipo de nucleoeléctricas más prácticas y de menor costo.
La República Popular China (54 reactores en uso), Estados Unidos (92 reactores en uso y otros más), India está aumentando la instalación de sus plantas nucleares y otros países en el mundo han optado por instalar por primera vez los reactores. La meta es ampliar la cobertura de electricidad para el beneficio de la población.
La energía limpia óptima o firme debe predominar en el futuro para no depender de los cambios meteorológicos. La descarbonización del sector eléctrico es una meta que está en vías de resolver éste y otros problemas que deterioran todos los días el ambiente.
Contamos en la actualidad con las fuentes eólicas, solar, marítima y otras en estudio; sin embargo, también es importante considerar los costos y los efectos colaterales que impactan a la flora, la fauna y, por supuesto, a la población.
Abatir los niveles de CO2 es una importante meta a favor del ambiente. Pero también necesitamos acelerar las acciones para no llegar a puntos críticos de contaminación y de calentamiento global. La opción es la fuente de energía limpia fuerte, como la nuclear, ya que ésta es la más adecuada actualmente por su bajo costo y la independencia de los vaivenes climáticos.
La energía nuclear es, entre otras alternativas, un recurso mundial, pero no olvidemos que estamos en la etapa en la cual la optimización y el aprovechamiento de aquellas otras fuentes limpias y firmes nos permitirán dar pasos certeros en la transición energética.
Paralelamente, los avances tecnológicos para el uso de la energía geotérmica, la combustión de hidrógeno, la biomasa y el gas fósil con captura de carbono y la nuclear, entre otras, promete mayores resultados para sanear nuestro planeta.