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Incendios forestales
Voluntarios unen fuerzas para evitar un desastre mayor
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▲ Jóvenes veracruzanos salieron de sus casas con el fin de ayudar en las labores de mitigación del fuego, para lo cual se coordinan con soldados y bomberos.Foto Iván Sánchez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de marzo de 2024, p. 2

Orizaba, Ver. , La pipa se abre paso entre la oscuridad, avanza lo más rápido que puede entre estrechos caminos de terracería para llevar agua a quienes han pasado horas combatiendo los incendios forestales en la zona centro del estado de Veracruz.

El sentido de comunidad, el amor por los animales y la preocupación por el medio ambiente impulsó a jóvenes y adultos a salir de sus casas, ubicadas en los municipios de Maltrata, Nogales, Huiloapan, Soledad Atzompa y Texhuacán, con el fin de solidarizarse y tratar de apagar las llamas.

Cerca de la comunidad Palo Verde, enclavada en las montañas de Nogales, hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes, se coordinan con soldados y bomberos para llevar agua a lo alto de un monte donde el fuego amenaza con avivarse y avanzar.

Garrafones, botellas, cubetas, cualquier recipiente es útil; el agua pasa de mano en mano hasta la cima. Ahí, otros voluntarios la vacían sobre brasas para evitar que se conviertan en flamas amarillas.

“Los animales están afectados, ya han muerto algunos; eso fue lo que nos motivó a venir (…) vinimos con amigos y vecinos que vivimos cerca”, relata Yahir, mientras se toma un pequeño descanso en sus labores de acarrear agua.

Herramientas que normalmente sirven para sembrar y cosechar ahora se utilizan para tratar de cortar el camino al fuego, se clavan azadones en la tierra para trazar zanjas alrededor de terrenos y el sonido de machetes que trozan ramas se mezclan con jadeos y respiraciones entrecortadas por el esfuerzo y el cansancio.

También se emplean ramas para cubrir las flamas con tierra, la que vio crecer a muchos de quienes intentan hacer algo para evitar una tragedia mayor.

Alondra, en medio del humo, reflexiona que el fuego “camina, camina y camina porque todo está muy seco (…) da tristeza, hay muchas pérdidas y pues es el patrimonio de muchos, (el desastre) pasa a veces por la desobligación de uno, de no cuidar a la Madre Tierra”.

Las pipas van de un lado a otro, adonde se les necesite. Desde lo alto del vehículo, hombres ataviados con ropa de trabajo arrojan agua hacia las llamas, logrando por breves momentos que todo vuelva a ser oscuridad en la noche, hasta que el fuego pinta de naranja sus rostros una vez más.