Sábado 17 de agosto de 2024, p. 30
Juan Manuel Núñez, investigador del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentablidad de la Universidad Iberoamericana (UIA), afirmó que entre 2019 y 2021 cayeron 9 mil 218 árboles en la Ciudad de México, es decir, 8.5 por día. El mayor número fue por lluvias y fuertes vientos en las alcaldías de Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc.
No obstante, resaltó que el grueso de ejemplares caídos por cada 10 mil habitantes se registra en las alcaldías Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Cuauhtémoc, con cinco por año.
Recalcó que los árboles que hay en la capital son vitales para nuestro ecosistema urbano, pero su estabilidad y salud están en riesgo, por lo que es urgente actuar para proteger a estos valiosos seres vivos y así la seguridad de todos los que habitamos en esta metrópoli. ¡Es hora de poner a la sustentabilidad en el centro de nuestras decisiones!
El investigador refirió que los árboles que se encuentran en las calles de la Ciudad de México son mucho más que simples elementos decorativos: son un pilar fundamental de la vida urbana. Estos gigantes verdes no sólo embellecen las colonias residenciales y comerciales, también brindan una variedad de beneficios ambientales, económicos y sociales
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Sin embargo, comentó que sufren una creciente fragilidad, con el consecuente riesgo de colapso para la seguridad pública en términos de potenciales lesiones y muertes, pérdida de propiedades, impactos en el tráfico, etcétera, que podrían afectar a los capitalinos.
–¿Qué es lo que está detrás de este fenómeno?
–En las últimas décadas las condiciones para el crecimiento de los árboles han empeorado dramáticamente. La urbanización a gran escala ha introducido nuevos factores de estrés que afectan a estos seres vivos de manera devastadora.
Por ejemplo, detalló que uno de los más importantes es la degradación del suelo antropogénico o urbano, que se refiere a cambios físicos y químicos que incluyen la compactación, la alteración de las relaciones agua-aire, la escasez de agua debido a la escorrentía superficial, la alta temperatura del suelo, la salinidad, la contaminación, el aumento del pH y también la deficiencia de materia orgánica y minerales.