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Cualquiera que lo haya criticado puede sentirse perseguido

Decretos, expulsiones, desafíos a la ley, despidos... la vida con Trump

Nadie los puede proteger, advierten a universitarios de Columbia // Corre a la junta directiva del Centro Kennedy para darle un giro a la derecha

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▲ Protesta en el campus de la Universidad de California en Berkeley, en repudio a Donald Trump.Foto Ap
Corresponsales
Periódico La Jornada
Jueves 20 de marzo de 2025, p. 23

Nueva York y Washington.

La vida política cotidiana en Estados Unidos está definida por la estrategia del gobierno de Donald Trump de abrumar con incesantes órdenes ejecutivas, ataques personales, desafíos de normas, despidos masivos, ataques sobre varios frentes de manera simultánea y con ello obligar a todo opositor, crítico, analista o reportero a tomar la defensiva, sin respiro.

Está funcionando y las primeras semanas de este nuevo gobierno se sienten como una eternidad para aquellos directamente afectados, que son la gran mayoría de estadunidenses, algunos de los cuales apenas se están dando cuenta de las consecuencias sobre sus vidas con cada día que pasa.

Votó por Trump y ahora su esposa está detenida por ICE, afirma uno de tantos encabezados similares en los medios durante los últimos días; otros cuentan de inmigrantes con visas estudiantiles o de trabajo que de repente están en celdas de prisiones privadas; la detención y deportación de indocumentados es un negocio. Inmigrantes con visas y permisos, incluyendo profesionales y académicos de alto nivel, están dudando si atreverse a viajar fuera del país. Cualquiera que en algún momento criticó a Trump o participó en foros, o peor, en protestas, ahora siente que podría ser perseguido después de actos como el arresto de un estudiante palestino de posgrado y una académica libanesa en dos universidades de élite, Columbia y Brown.

A la vez, llega la noticia del arresto de la activista mexicana defensora de inmigrantes Jeannette Vizguerra, en Colorado, figura reconocida nacionalmente –estaba en la lista anual de las 100 personas más influyentes de 2017 de la revista Time– y quien recibió atención nacional cuando se refugió en una iglesia en Denver en el movimiento de santuarios, cuando Trump fue electo por primera vez. Autoridades migratorias confirmaron la intención de deportarla. En esa misma lista de Time de los más influyentes estaba Trump.

Nadie los puede proteger, advirtió Jelani Cobb, decano de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, a estudiantes extranjeros, mientras un abogado y profesor les aconsejó que no publiquen nada sobre Gaza, Ucrania o protestas para no atraer la atención del gobierno de Trump y sus aliados. Estos son tiempos peligrosos, subrayó Cobb.

Mientras, varias universidades están bajo amenaza de perder millones de dólares en fondos federales si no cumplen con condiciones establecidas por el nuevo régimen, incluyendo cerrar proyectos sobre estudios de Medio Oriente, o si sus programas deportivos no excluyen a atletas transgénero, o si se les acusa de permitir el antisemitismo, y más.

Funcionarios del recién inventado Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por el hombre más rico del planeta, Elon Musk, realizan redadas en varias secretarías y agencias para investigar si existe desperdicio y que después se convirtieron en órdenes de despidos masivos y hasta el intento de clausura de varias agencias federales.

Hubo un enfrentamiento físico en el Instituto de Paz de Estados Unidos, donde el director de esa entidad cerró las puertas de su edificio al llegar los funcionarios de Musk, quienes regresaron al siguiente día con la policía para obligar la clausura del instituto.

Se reporta que varios de los expertos han sido despedidos o han renunciado a varias agencias claves, incluyendo la encargada de asegurar el arsenal nuclear del superpoder, la supersecreta Administración Nacional de Seguridad Nuclear.

También, según el diputado demócrata Greg Casar, Trump y su gente han despedido a por lo menos cinco inspectores generales en diversas agencias, encargados de monitorear abuso y corrupción, que entre otras cosas estaban investigando los contratos federales multimillonarios de Musk.

Y si hay actos de protesta contra maniobras del régimen Trump, son de inmediato considerados actos criminales. La procuradora general, Pam Bondi, calificó las protestas contra concesionarias y autos Tesla, en las que hubo incluso daños a edificios y vehículos, de terrorismo doméstico contra Musk, el dueño y socio político de Trump, y amenazó que los responsables serán investigados y enfrentarán consecuencias severas. Trump, poco antes, acusó que los actos de vandalismo eran patrocinados por gente de muy alto nivel de la izquierda.

Y las órdenes y acciones ejecutivas, casi siempre justificadas como un combate contra la influencia aparentemente enorme de la izquierda, afectan casi todos los rincones, desde escuelas militares hasta centros culturales. El jefe de la Casa Blanca ha ordenado instalar a activistas conservadores en las juntas directivas de las academias militares como West Point y la Naval porque, dijo, han sido infiltradas por ideólogos izquierdosos.

Mientras, expulsó a toda la junta directiva y al director del famoso centro cultural público Kennedy, y se autonombró nuevo líder de la institución para darle un giro a la derecha y frenar los programas de diversidad e inclusión culturales.

Todo esto es sólo lo que ha ocurrido en los últimos días, y es un recuento incompleto. Todo reportero, observador, analista y ni hablar de embajadores y sus equipos, tienen que estar atentos de manera constante a las redes sociales de los aliados de Trump, o de la que es dueño el propio mandatario, para intentar mantenerse al tanto de lo que está sucediendo, y preguntar con tantos otros: ¿puede hacer eso?

Lo único que se puede concluir en un paseo por trumplandia es que nadie ha visitado ese lugar antes y nadie sabe qué sucederá la próxima hora.