n las últimas cinco o seis semanas los medios de comunicación en todo el mundo se están ocupando como tema principal, en notas de reporteros, en fotos, en videos, en opiniones de editorialistas, de un tema inquietante: la guerra.
Hablan de la invasión de la franja de Gaza por el Estado de Israel que envía bombas a ciudades y puntos estratégicos y también ocupa el territorio con tropas motorizadas y bien armadas; sabemos de los misiles estadunidenses sobre blancos de Irán, antes Persia; sigue luchándose en Ucrania, invadida por el ejército de Rusia que parece que pasa a segundo plano, pero se prolonga indefinidamente.
¿Qué es la guerra? El Pequeño Larousse que está siempre a la mano en mi oficina, tiene una lacónica definición: Lucha entre dos naciones o dos partidos
; por su parte, el Diccionario para juristas, de Juan Palomar de Miguel, es más explícito: Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Toda especie de lucha o combate
.
La verdad es que no necesitamos acudir a diccionarios para saber que la guerra tiene como principal objetivo destruir al enemigo, matar a contrincantes, tomar ciudades, dominar pueblos e imponer condiciones a otros, a los que la pierden.
Siempre ha habido guerras en el mundo, también siempre se ha luchado por evitarlas, por los daños que causa en vidas humanas y en destrucción de cultura, sin olvidar sus secuelas de miseria y hambre que genera.
La Organización de Naciones Unidas fue creada precisamente para evitar las guerras y promover la solución pacífica de los conflictos. Existe desde 1945, pero, a pesar de ella, en estos 80 años, hemos sido testigos de innumerables guerras de las que recuerdo al menos algunas, la de Corea, la de Vietnam, varias en Sudamérica y en África; todas han tratado de evitarse con negociaciones y presiones, pero la paz no ha prevalecido; en nuestros días nuevamente se hace un llamado a la paz desde México y frente a la actitud amenazante de Donald Trump al frente de la potencia militar más fuerte del mundo que es Estados Unidos.
Un mensaje del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, actuando como árbitro absoluto, declaró que Israel e Irán debían de hacer un alto al fuego total
a la que él mismo denominó la guerra de los 12 días
, en su nota pide que Dios bendiga a Israel, a Medio Oriente y a Estados Unidos por ahí de paso, también al mundo, pero simultáneamente envía tropas a la frontera con México, barcos de guerra al golfo Pérsico y mantiene enclaves estratégicos en muchas partes del mundo; se erige como el señor de la guerra, el que define cuándo se inician los conflictos y cuándo deben detenerse.
Frente a esta posición tenemos que destacar el llamado de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, quien maneja conceptos y principios frontalmente contrarios al discurso del estadunidense; nuestra Presidenta propone y lleva a cabo los programas para el bienestar y no sólo habla de ellos, les destina un presupuesto significativo para el presente 2025 y se propone mantenerlos en los próximos años.
Jacques Maritain, en su obra Humanismo integral, sostiene que en la historia de la humanidad hay un doble progreso contrario, avanza el mal, pero simultánea y paralelamente avanza el bien; para él, no existe un determinismo positivo al estilo de Comte ni acepta el determinismo marxista que ve como fin de la historia la dictadura del proletariado; Maritain más realista que ellos, opina que paralelamente avanzan enfrentándose bien y mal.
La guerra es un mal que está presente en la historia y su contrapeso son la paz y la solidaridad; en esta primera mitad del siglo XXI y en estos años, el mal que es la guerra es proclamada y usada como una herramienta por Donald Trump, con él avanza el mal; el bien al menos en México, pero con resonancia en todo el mundo y como rescate de una posición difícil, están el concepto del bienestar y los programas que para tal fin ha echado a andar la Presidenta de México.
Los datos que cita la Presidenta son muy ilustrativos. De acuerdo con información del Banco Mundial, en el periodo del presidente López Obrador y en lo que va del nuevo gobierno, la tasa de disminución de la pobreza ha sido de nueve y medio millones de personas, la más significativa del último medio siglo y a esto han contribuido tanto el aumento real del salario mínimo, como reformas laborales y programas de apoyo promovidos e impulsados por los dos gobiernos de la Cuarta Transformación.
Avanza el mal con la guerra y su promotor principal, Trump, y avanza el bien con la idea y ejecución de los programas para el bienestar y por su promotora principal; tenemos en México el privilegio de que es nuestra Presidenta, que llegó al Ejecutivo con un amplio margen de votación y recibe cada vez más apoyo popular. Trump promueve la guerra, Claudia Sheinbaum el bienestar.