Opinión
Ver día anteriorMartes 1º de julio de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿Cuál pluralidad?
P

areciera que la idea de pluralidad se defiende por sí sola. Para quienes tienen esta idea, no es menester buscar nada: hay o no hay pluralidad: no hay más. Esta postura, sin embargo, es la de las derechas cuando están fuera del poder. ¿Hubo pluralidad en México durante el casi interminable periodo de dominación del PRI? ¿De qué se trató la pluralidad prianista? ¿Debe evaluarse del mismo modo la relación de Morena con la pluralidad, que como podemos hacerlo con el PRI y el PAN?

Es menester distinguir la pluralidad como a) expresión de la libertad de opinión; b) expresión pública; c) expresión de la libertad de organización política, y d) posibilidad de acceso a las instituciones del Estado.

Bajo el molde de la dominación priísta –sin cambios bajo el prianismo– hubo libertad de opinión, pero no de expresión pública. Ésta requiere condiciones de posibilidad que durante ese larguísimo periodo fueron severamente restringidas. Ciertamente La Jornada fue y ha sido una excepción, posibilitada en los años del naciente neoliberalismo por la conjunción de corrientes diversas, algunas de las cuales terminaron en las garras de Carlos Salinas. Muchas mentes académicas que conformaron una pluralidad notable, especialmente después del 68, fueron abducidas por el neoliberalismo.

En el campo de la organización política creció después del 68 una pluralidad incipiente gracias a las luchas de las izquierdas. Una buena parte de esa ganancia sufrió visibles retrocesos: o fue a dar al corral del neoliberalismo (PRD y otros), o fue impedida de prosperar por el prianismo.

En lo que respecta al acceso al gobierno de las instituciones del Estado, vivimos el PRI-gobierno cerca de un siglo: eso lo dice todo. El Prian -gobierno fue una etapa de ese siglo, con crecientes cotas de corrupción desbocada. El PRI, el PAN y el PRD, vías principales de acceso al gobierno de las instituciones del Estado, convirtieron a sus militantes en soldados fidelísimos de la corrupción neoliberal. Siempre hay quien puede protestar y decir que ella o él no era lo mismo que la inmensa mayoría; que no había otro espacio de servicio público. Concedámoslo: aunque una ­golondrina…

Todo esto viene a cuento porque últimamente algunas derechas demandan pluralidad en esta o aquella institución. Siempre será necesario tener presente cuál fue la pluralidad del prianismo.

Bajo el gobierno de Morena las derechas, como todo el mundo, disfrutan de una libertad de opinión que no habían conocido en toda su vida. Analizan, opinan, gritan, insultan, calumnian: y nadie las restringe en lo absoluto. Y si de libertad de expresión se trata, las derechas poseen la práctica totalidad de los medios de comunicación tradicionales –prensa y televisión–, muy recientemente contrapesados por las voces de las izquierdas en las redes sociales y, en menor medida, en la televisión pública; sin que esto último haya significado ­exclusividad.

En cuanto al acceso a las instituciones del Estado, como en todo momento y en cualquier parte del mundo, se configura un estatus que representa una correlación de fuerzas políticas. No es extraño que hoy Morena predomine; esta fuerza política ganó los espacios con los votos de los ciudadanos, con un programa político favorable a los excluidos por el prianismo. Una correlación de fuerzas está presente en el conjunto del Estado, y una particular en cada institución pública estatal. La pluralidad en este espacio no es un derecho, sino una consecuencia de la lucha política.

Morena, se sabe, no es una organización política e ideológicamente homogénea. Ahí dentro hay derechas, centros e izquierdas. Así las cosas, en cada institución pública estatal hay una correlación de fuerzas formalmente morenistas, que se combina con otras fuerzas, menos visibles, pero igualmente actuantes, que no son morenistas. Esa pluralidad tiene que ser combatida por Morena: este partido debe evitar que un trabajo de hormiga derechista termine debilitando su programa político popular.

Respecto al gobierno de las instituciones públicas estatales, Morena no puede ni desear ni trabajar por la pluralidad política, en el sentido referido, sino favorecer a los ciudadanos con vocación auténtica de servicio público a favor de los de abajo, o a favor de los cuadros que operen eficazmente las instituciones de Estado bajo el programa de la 4T. Parece claro que eso aún no ocurre en la extensión necesaria, tal que enderece seriamente la distribución del ingreso y construya con los de abajo otro nivel de vida, donde haya alimento, vivienda, educación, salud, propios de una vida humana real. En su tiempo el PRI y el PRIAN dominaron el gobierno e hicieron lo que hicieron a favor del proyecto neoliberal y los intereses de los de arriba. Ese sino está enterrado.

Cada institución pública estatal debe ser evaluada a luz de los criterios nacidos del programa de la 4T. En los casos en que las cosas no marchen como debiera, debe ponerse la atención en la correlación de fuerzas que la gobierna, y corregir.