artín Lutero enarboló la lectura de la Biblia como antídoto contra el dominio teológico, eclesiástico y político de la Iglesia católica. Crecientemente, su llamado fue ganando espacios y seguidores en Alemania y, desde allí, alcanzó repercusiones en varias partes de Europa.
Tras comparecer en la Dieta de Worms, el 17 y 18 de abril de 1521, ante el emperador Carlos V; los príncipes electores Federico de Sajonia, Joaquín de Brandeburgo, Luis de Rhin; y los arzobispos Alberto de Maguncia, Reinhart de Tréveris y Hermann de Colonia, Lutero mantuvo sus críticas al papado y al catolicismo romano. Al salir de Worms para regresar a Wittenberg, el monje agustino fue raptado, presumiblemente por enviados de su protector Federico el Sabio, para ponerlo a buen resguardo en el castillo de Wartburg.
En su refugio, Lutero realizó la traducción alemana del Nuevo Testamento, la cual tuvo como base textual el documento neotestamentario en griego editado por Erasmo de Róterdam en 1516.
Sus afanes y deseo por ver completada la obra y, sobre todo, que pudiese circular ampliamente, fueron recompensados, ya que después de ser impreso “durante cinco meses en el taller de Melchior Lotter el Joven, en Wittenberg, Das Neue Testament Deutsch se publicó en la editorial de Lucas Cranach y Chistian Döring para la Feria de Otoño de Leipzig (29 de septiembre a 6 de octubre de 1522), en tamaño folio y con un tiraje sin precedente en el mundo editorial de aquel tiempo: 3 mil ejemplares”, anota Stephan Füssel, experto en las traducciones bíblicas de Lutero.
La primera edición del Nuevo Testamento traducido por Martín Lutero se agotó en pocas semanas. Le siguió una nueva edición en diciembre, que incorporaba centenares de correcciones en vocablos y sintaxis. Quienes no sabían leer se acercaban a lugares públicos y reuniones caseras, donde lectores en voz alta difundían el contenido de los evangelios y los otros escritos del Nuevo Testamento.
Durante la estancia de Lutero en el castillo de Wartburg, Andreas Karlstadt, colega del primero en la Universidad de Wittenberg, puso en marcha cambios litúrgicos resultado de su entendimiento bíblico. En el servicio de Navidad de 1521, Karlstadt y allegados a él dieron la comunión en dos especies (pan y vino) a los congregantes; la liturgia fue dada en alemán y no en latín, para que la entendieran todos.
Andreas se manifestó partidario de cerrar los monasterios, venderlos y repartir el producto entre los pobres y/o poner en marcha un sistema de préstamos para los necesitados. Las imágenes fueron retiradas de las iglesias y hubo ataques populares a propiedades eclesiásticas. Al regresar Lutero a Wittenberg, en marzo de 1522, revirtió los cambios impulsados por Karlstadt y sostuvo que si bien varios de ellos eran necesarios, el ritmo de las transformaciones tenía que hacerse con cautela y el apoyo de las autoridades políticas de la ciudad.
La distancia de Karlstadt con Lutero se acrecentó en otras áreas, por ejemplo, en las repercusiones sociales, políticas y económicas que debían acompañar los postulados de libertad del predominio eclesiástico católico y su pretendido monopolio de los bienes simbólicos de salvación. Al igual que Lutero, otros leyeron la Biblia, coincidieron con él en su defensa de postulados que lo distanciaron del catolicismo romano, pero descubrieron que las Escrituras también contenían enseñanzas sobre la justicia social y económica.
A partir de mediados de 1524, en partes de Suabia y Franconia hubo disturbios del campesinado por varias reivindicaciones: la negativa a seguir pagando obligatoriamente diezmos, su derecho a elegir ministros religiosos que sirvieran con un estilo de vida austero a la comunidad, cuestionamiento de la legitimidad de los gobernantes e integrantes de la nobleza a cobrarles impuestos monetarios y en especie, prohibiciones al libre acceso del agua de los ríos y a obtener madera en los bosques.
Las acciones campesinas contra el orden opresivo alcanzaron un punto decisivo en Stühlingen, en el verano de 1524, cuando hubo una sublevación militar. La causa levantó simpatías y apoyos en la cercana Waldshut, donde las exigencias de los campesinos “encontraron a la población no sólo reformada según las pautas evangélicas bajo la guía de su nuevo pastor (Baltasar Hubmaier)”, sino también dispuesta a la resistencia armada, apunta George H. Williams en La Reforma radical.
En los siguientes meses, al verano de 1524, continuaron con distinta intensidad los levantamientos de los campesinos. El 12 de marzo de 1525, Sebastián Lotzer (con quien colaboró Hubmaier), de Memmingen, publicó los 12 artículos de los campesinos de Suabia. En el documento agrupó las demandas de los sublevados, respaldando cada una de ellas con versículos bíblicos para mostrar que la causa era justa y acorde a la palabra de Dios.
El manifiesto expresó: “¿Acaso (Dios) no escuchó a los hijos de Israel cuando lo invocaron y los salvó de las manos del faraón? ¿Acaso no puede salvar a los suyos hoy? Sí, los salvará, y lo hará rápidamente”. La teología política de los 12 artículos levantó controversias, apoyos y sorpresas, entre estas últimas la de Lutero, quien comprobó que la hermenéutica bíblica campesina halló asidero en las Escrituras para su crítica de la opresión.